Lágrimas que derriten

Sólo las lágrimas derretirán el hielo que cubre al corazón.

Comienza a llover de nuevo.

Las tres chicas respiran pesadamente, con la vista clavada en el cuerpo, inerte, de la peculiar invitada de esta noche.

Es entonces cuando una voz emerge, más allá de las miles de gotitas nocturnas que caen ante los ojos de las jóvenes, más allá de los arbustos mojados, más allá de los coches aparcados.

-¡Periičiiinaaaa...!

Peričina se gira, enérgica. Intenta vislumbrar, con entereza, con semblante firme, al ser que le llama.

Poco a poco oye más y más voces, y vislumbra un grupo de personas, numeroso...

Cinco, seis, siete... ¿Son diez, doce tal vez?

-¡Peričinaaaaa! 

La serbia ahoga un grito.

-¡Ay! ¡AMIGOOOOS! -corre, corre feliz hacia ellos, y se ve envuelta en un gran abrazo del grupo, que la rodean amorosamente, igual que Sofí con las Estrellitas. Se gira hacia las otras dos compañeras. -¡Chicas, chicas! ¡Venid! -se acercan ambas, tímidamente, mientras la extrovertida hermana va señalando a cada uno de los que están en el grupo, dando nombres, presentando, mientras recibe abrazos y carantoñas. 

Son de la misma edad que las Martas, año arriba, año abajo.

¡Así que estos son con los que Peričina se divierte cuando sale de casa!

-¡Uf, es que no os lo vais a creer! ¡Madre de Dios! ¡Que acabamos de apuñalar a Niña Grande!

-¡Qué dices! -exclama asustada una chica del grupo.

-¡Que sí, que sí! ¡Que os lo juro! ¡Ha sido esta, que es una putilla y una valiente! -señala a Sofí, que aún parece tener los reflejos lentos por la situación vivida. La toma de los hombros, zarandeándola -¡Eres mi obra de arte! -planta un sonoro beso en su mejilla, coronando la noche, pese a las lluvias, que se intensifican, ametrallando el suelo. Abraza por los hombros a Sofí, que ahora tiene una marca de pintalabios en la cara, levantando un brazo. -¡Chavales que nos vamos de fiesta! ¡Esto hay que celebrarlo! 

-No sé de que hablas -dice Ucrazerí, otro de los chicos, poco atento al drama vivido- Pero sea lo que sea, ¡vamooos!

-Estáis loquísimas -comenta otro joven, en señal de apoyo.

-¡Qué reina eres! -hace con aspavientos una muchacha.

Curiosamente, ninguno de los allí presentes mostraban signos de estar mojados. Todos parecían impermeables al diluvio nocturno, que repelía el contacto con sus pieles, mostrándose secos.

Comienzan a andar, y Peričina acerca su mejilla a la de Sofí. Una sombra de alcohol aún existe en su aliento. Le extiende, por la espalda, la llave.

-Cógela. Que no se entere nadie.

Sofí, de mirada perdida, asiente, tomándola.

Marta, detrás de todos y quedándose sola, mira hacia atrás. 

Se percata de algo.

Vuelve la cabeza hacia el grupo y, en una carrerilla, alcanza a sus compañeras, tomándolas por el hombro. 

-¡Qué! Que estoy harta ya -contesta la borde serbia.

-El cuerpo...

-¡Qué pasa con el cuerpo!

-No... no está.

Las dos mozas miran hacia atrás: Sofí, preocupada, y Peričina, con el ceño fruncido.

Y es cierto. El portal está vacío. El suelo, impoluto, sin restos de las furias y reproches femeninos. 

El cuerpo de Niña Grande no está allí.

-¡Pues claro que se iba a escapar! Si no la hemos matado -dice a la defensiva. -Ya nos la encontraremos por ahí. Seguro que ha ido a darse un paseíto feliz.

-Ni siquiera ha dicho adiós -Marta parece algo sorprendida, pero también molesta.

-A mí, plin. Vámonos ya, que quiero beber. Estoy hasta los cojones de esta noche. ¡Alegrad las caras, hombre!

-¡Periiii! -gritan los de delante.

-Uy, me llaman. -se gira, y les guiña un ojo, señalándolas con los dedos en forma de pistola- ¡La noche es joven, niñas...! 

Y corre hacia sus amigos.

-¡Tío, es que no os lo vais a creer! -los abraza por los hombros, va entre dos chicos -¡Vaya el puto drama que hemos montado esta noche, tú! 

Marta la alcanza, y la agarra de la corona de trenzas, tirándola hacia atrás.

-¡AY! ¡Ama!

Se acerca a su oído.

-Deja de ser tan bocazas -la dolorida se rasca la cabeza- Disfrutemos de la noche, pero no digas ninguna tontería. ¿Dónde está la llave? 

Gira la cabeza hacia Sofí, y chocan sus miradas.

-Perfecto.

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Respetada. Admirada. Quizás temida. Una de las figuras más importantes de los estatutos de la Iberia en su disciplina, de su Protectorado.

Independiente, inteligente y portadora de sabiduría. Ansiada por muchos jóvenes que desean vivir bajo su Manto, su régimen.

Boquea, jadea del llanto, del dolor, con la mirada hinchada, intentando respirar por la boca.

La lluvia cae torrencialmente sobre su cuerpo, magullado, débil, cansado. Está totalmente empapada. El pelo mojado, suelto, se le pega a las mejillas, brillantes por la humedad, con las heridas algo más limpias por el agua nocturna. 

Se apresura para llegar a casa, abrazándose, intentando protegerse en vano de una tempestad abominable, que cala su ropa, y atraviesa sus huesos. 

Tiembla, tiembla y tiembla. 

Pero no es sólo el agua de la lluvia lo que moja sus mejillas, también lo hacen las lágrimas que ruedan por sus ojos, chirriándole la piel, que le escuece.

Alcanza a ver el edificio de su casa, y cruza la carretera, vacía.

Tan sólo se distingue su cuerpo, triste, a través de las pocas farolas como testigo, de luces débiles, mortíferas.

Sus manos son inestables, hojitas violentadas por un huracán. Consigue introducir la llave del portal tras varios intentos fallidos. 

Subiendo las escaleras, un terrible dolor se apodera de su pecho. Frena en seco. Se lleva la mano al lugar, agarrándose fuertemente de su blusa, mojada. 

Toma una bocanada de aire. 

Prosigue su marcha.

Frente a la puerta, abre con éxito al primer intento. Gira fuertemente el pomo. Abre violenta, entra deprisa. Cierra de un portazo, agrietando el silencio que inundaba las escaleras, dejando un eco de furia, eco de miseria, eco de vulnerabilidad.

Está inmóvil, observando el salón. Ahora parece más consumida que nunca, con la piel enterrada bajo dos pómulos. Está mojando el suelo, pero no parece darse cuenta.

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En el kebab nocturno, Sofí siente un dolor terrible en el pecho, y se agarra fuertemente de su cobertor negro folklórico.

-¿Sofí? -pregunta Marta, ante la estupefacción de todos.

Sofí se desploma, cayendo al suelo. Peričina consigue cogerla entre sus brazos, antes de que la chica pudiera hacerse daño.

-¿Qué cojones te pasa, Sofí? ¡Sofí! - le da palmaditas en una de las mejillas, pero está totalmente inconsciente. 

La serbia, desde el suelo, lanza una mirada a Marta de confusión, desesperada.

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Grita. Rompe. Arroja. 

Imágenes, imágenes, imágenes...

Dolor, dolor, dolor...

Recuerdos, recuerdos, recuerdos...

Destruye, destruye, destruye...

Derriba de un codazo todo lo que hay en la mesa del salón, causando mucho ruido para ser una hora tan tranquila.

¿Quién se atrevería a adentrarse, de aquella manera, en sus más profundos sentimientos? 

Una ya se cansa de ser tan perfecta, pero el protocolo es el protocolo... Una ya se cansa, pero las normas están para cumplirlas...

Puedo sentir tu perfume, pese a la lluvia, la sangre, el dolor. 

¿Puedes tú? ¿Puedes tú, mi Criatura Espejo?

Ella respira. Respira mucho, y fuerte. 

Sube los hombros. Baja los hombros.

Sube. Baja. Sube. Baja.

Parece decirle algo al suelo, con la mirada perdida. Tiene la boca entreabierta y no podemos entender qué está diciendo.

Vuelve a activarse. Parece buscar algo, en los cajones.

Escucha risas en su cabeza. Risas, rechazos, desprecios. Palabras malsonantes. Recuerdos de furia, recuerdos de algo desgarrador.

Abre un último compartimento de una cómoda con espejo, en el pasillo.

Ahí encuentra, por fin, tras años sin recordar dónde estaba, la llave a la que nunca prestó atención.

La llave. La llave que brilla. La Llave del Secreto. 

Por supuesto que está duplicada. Las niñas sólo tienen una copia. 

Pero, esos Secretos estarán a salvo, ¿verdad?

Mira la llave, temblorosa, asustada. La toma con las dos manos, frente a ella, y comienza a volver a llorar, profundamente desconsolada. Sus labios se desdibujan, sus ojos se cierran y se abren, su nariz se arruga.

La arroja con ira.

¡Cliiin, cliin!

Un sonidito agudo retumba en los pasillos.

Va a su habitación. 

Se tira de rodillas, frente al colchón, y esconde la cabeza entre los brazos.

Sumida en una silenciosa oscuridad llora, llora, llora, y no sabemos por cuánto tiempo.

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Todos los jóvenes se vuelcan, preocupados.

-¡Hay que llamar a alguien! -Peričina sostiene su cabeza con una de las manos, mira a Marta- ¡Un médico, algo!

-Déjala, Peri. Está procesando. Lo que hemos vivido ha sido un golpe fuerte. Tiene que estar visionando algo ahora mismo. Déjala estar. Traed un poco de agua -ordena a los amigos de Peričina.

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Está tendida, en el suelo. Se incorpora, irguiéndose sobre sus rodillas. 

Son unas escaleras oscuras, y Sofí se pregunta cómo ha podido llegar hasta allí.

Los peldaños son viejos, la luz es tenue y de tonalidades moradas. 

La puerta, de madera, más allá, arriba, posee poderosas cerraduras. 

La Puerta de las Escaleras, la Puerta de los recuerdos ocultos de Niña Grande.

"Así que esta es la puerta de la que me habló" -piensa.

Aún así, debe esperar. 

"Dijo unos meses... Unos meses..."

Pero esta no es la única Puerta de las Escaleras existentes.

"No puedo abrir la suya todavía, pero, ¿he podido abrir yo la mía? ¿La he llegado a abrir realmente?"

Se levanta, mira al suelo, se rasca la cabeza, que la inclina hacia un lado, dudosa.

Luego se fija en lo que tiene delante: Parece que, a su derecha, el lugar se prolonga en un pasillo, muy oscuro. Algo le dice que debe ir allí, porque a curiosa, no le gana nadie, a excepción de Peričina, que es una buena rival en esto.

Siente, a medida que camina en él, una luz que pulula, brillante, que emana de su pecho, del color del sol, del color de las Estrellas felices. Bombea lentamente, a la par que los latidos de su corazón. Hay un sonido cósmico, agradable, que acompaña al ritmo de la presencia lumínica.

Tras un minuto caminando, logra atisbar, al final del túnel, una galería a lo lejos, con reflejos azules y violáceos en el suelo, reflejos de lo que parecen ser cristales. A medida que se aproxima, percibe que el color del suelo del destino cobra una variedad de colores, similares a las vidrieras de las antiguas catedrales. Verdes, rojos, naranjas, azules...

Hay algo de místico en eso, pero Sofí no lo acaba de comprender.

De repente, un increíble destello azulado, proveniente de la extraña estancia, vuela hacia ella, a la velocidad de la luz.

-¡IIIIIIIII, húuuuuuuuuu!

"Esa voz infantil, tiene que ser una..."

-¡Sofí, Sofí! -La Estrella pasa por su lado, sin poder frenar de la velocidad emocional que llevaba encima. Las trenzas de la chica se levantan por el airecillo causado -¡Ay, ay! ¡Sofí! -vuelve a recorrer parte del túnel hacia atrás, chocando con la mejilla de la joven.

-¡Yaaay...! -se queja- Estrella... -la mira. Parpadea. 

"Pero, si es la Estrellita enferma que recogí la otra vez".

-¡Sofí, Sofí! ¡Tienes que venir!

-No, un momento -la vestida de búlgara tira de una de sus puntas- ¿Quién eres tú? Me trajiste sueños muy raros... ¡Y después te fuiste sin avisar! ¿Para quién trabajas? -arquea una ceja, con brazos en jarra, intuyendo la respuesta.

-¡Sofí, Sofí, tienes que venir conmigo!

-¿No me digas que hemos tenido a una espía en casa...? -se acerca, amenazante, queriendo interrogar más y más.

La Estrellita comienza a temblar.

-¡No, no! Lo cierto es que, yo no trabajo para ti. Soy la Estrella del mundo de otra persona.

-¿Cómo?

-¡Por favor, ven conmigo! Yo sólo soy la mensajera... -tira de sus faldas negras, bordadas de blanco- Mi dueña te espera.

Camina junto a la Estrella flotante lo que queda de túnel, y después esta segunda se le adelanta.

Llegan a la galería, y el serecito hace una extraña reverencia, hacia algún punto que Sofí no logra atisbar pero, entonces, otra cosa llama su atención al entrar en la sala: Está completamente rodeada de espejos, espejos preciosos, decorados con diamantes, que cubren todas las paredes, de planta circular, llegando hasta el techo, coronado por una cúpula central.

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Peričina mira hacia atrás, en una de sus charlas de grupo con Marta.

Observa a Sofí, tendida en uno de los bancos del local nocturno, que duerme plácida, serena, con las manos entrelazadas sobre el vientre, como las princesas.

-¿Seguro que está bien?

-Sí -asiente Marta- Tú dale su tiempo.

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Se había centrado en observar los espejos de arriba, que ya de por sí, proyectaban una imagen un tanto extraña. 

"Pero, si esa de ahí no soy yo... Yo no llevo coleta, ni soy tan morena de pelo, ni llevo unos vaqueros tan desfasados... Sea lo que sea, parece llevar una moda que ya no existe..."

Entonces mira hacia los que están a su altura, que parecen testigos, incriminándola, en círculo, mientras la Estrellita vuela y vuela por la estancia.

Sofí empalidece. Todos los espejos escupen el mismo reflejo en común. 

"Es... es... y me está mirando..."

Traga saliva, porque quien se refleja, efectivamente, no es ella. 

Es Niña Grande.

Es Niña Grande, sí, pero no la misma Niña Grande. 

La mira desde el otro lado del reflejo, imperturbable, a su izquierda. Después, recibe la misma mirada en los espejos del frente. Igual sucede con los de la derecha. 

Es una Niña Grande de hace quince años. Es más joven, de una edad similar a la de las Martas, que reproduce los mismos movimientos de incomprensión y de búsqueda de respuesta de la chica folklórica. 

El parecido le asusta, porque aunque sean diferentes físicamente, la mirada es la misma. Las Criaturas Espejo nunca fallan...

Comienza a sentir un dolor en la zona baja del vientre. Pero no se dará por vencida por un simple punzada.

-¡Ataca si puedes! -grita a la cúpula, con los puños apretados.

-¡No, no! -una voz joven pero familiar, relajada y de trato cercano, responde desde los techos- ¡No es necesario! Ay, espera...

Sofí mira a su alrededor.

Uno de los espejos del frente parece tener convulsiones lumínicas en su interior.

Y entonces, al otro lado del cristal, aparece. Un espectro de movimientos independientes, y con un gran brillo en los ojos. Es Niña Grande joven, con voz propia.

La de trenzas pega un respingo, asustada, mientras el resto de los espejos siguen mostrando el reflejo del fantasma de la extraña chica, imitando a la pobre y confundida muchacha de labios rojos.

-¡Ay, uy! ¿Te he asustado? -pregunta preocupada- ¡Lo-lo siento! Es que de normal no estoy acostumbrada a recibir visitas aquí...

-¿Quién eres...?

-¡Como si no lo supieras! Aunque, en realidad, no nos conocemos... ¡Te daría la mano, pero estando a este lado me será un poco difícil! ¡Jajaja! -es más cálida y directa que su versión más adulta. Sí, la similitud de edades ayuda bastante. Ahoga un grito, llevándose la mano al pecho, emocionada -¡Ayyy, qué ilusióoon! ¡Has venido con un traje folklórico! ¡Yo también quiero que me vistas así, jooooo!

Sofí siente otra punzada en el bajo vientre. Contrae las facciones de la cara un poco, y continúa escuchándola.

-¿Por qué estoy aquí?

-¡Porque nunca había conocido a mi Criatura Espejo! ¡Ay, qué guay! ¡Qué alegría tener un reflejo tan bonito! ¿Sabes? Tenía muchas ganas de verte... ¡Sabía que pronto te conocería! Pero, por lo que he visto... -mira hacia un lado, pensativa. 

La de trenzas se fija en su ropa: Un suéter de algodón y unos vaqueros con corte que ya no se lleva, propios de la época de principios de este siglo veintiuno.

-...pero, por lo que veo, ¡voy a tener que esperar unos cuantitos años más! - junta sus manos - ¿En qué año naciste?

-En el de las Torres Gemelas.

-¡Caaaaramba! -se lleva las manos a la cintura, y menea la cabeza. Parece un granjero australiano - ¡Pues de eso hace poquito tiempo! -sonríe pícara, mirando hacia un lado. - ¡Y cuéntame más! -se tira al suelo bruscamente, desde el otro lado del cristal, tumbándose boca abajo, clavando codos en el suelo y manos bajo el mentón. Parece extasiada, risueña.- ¡Ven! Que yo no muerdo. ¡Ven, ven! ¡Qué ilusión, jo! -ve que Sofí se siente incómoda por la presencia de los reflejos que no son ella- ¡Uy, ah, venga, los quitamos! ¡Estrella, quíiiitaloooo...! -grita al aire- ¡Ven, siéntate, jo!

Sofí se acerca, de sonrisa tímida, y se sienta frente al espejo.

"Pues sí que está joven" -piensa la búlgara.

-Siento lo de los dolores en el pecho. Es que, no teníamos otra forma de contactar contigo... 

-¿Y los del vientre...?

-¿Qué? Oh, bah... -da manotazos al aire- Yo de eso no sé nada. Y, y, ¿a qué te dedicas?

"Si es que es igual de intensa que yo... Qué incómodo verse desde fuera..." -arruga los labios para sí.

-Yo voy a hacer artes escénicas, ¿y tú? -se recoloca nerviosa la de coleta morena, ansiando la respuesta.

-¿De verdad quieres saber lo que voy a ser? ¿De verdad quieres saberlo?

-¡Síiii! ¡Compártelo conmigo! Un secretillo, venga. -sus ojos chispean, desprenden un brillo entrañable.

-Voy a ser un Elegido. Uno de los tuyos. Estaré bajo tu Manto.

-¿Un Elegido, y eso qué es? Espera, bajo mi Manto... -se pone pensativa, como en los cómics. Ahoga un grito. Y exclama después. -¡AAAHHH! -se levanta- ¡No me digas que...! Espera, espera... -pide una pausa con las manos, mirando al suelo. Vuelve. Se señala el pecho. -¿Me estás diciendo que yo, voy a ser...? 

Sofí asiente con la cabeza, de manera robótica, frenética, con ojos como platos.

-¡No puede ser...! -otro grito ahogado- ¡Ay, no puede ser, pero...! Pero yo no tengo trajes chulos como los tuyos... ¿Cómo voy a estar a tu altura para hacerte un Protectorado? ¡Espera, como vas a ser una Criatura Espejo si...! ¡Eres muy pequeña...!

Sofí se encoge de hombros.

-Ostras, la vida te sorprende... Jo, qué raro... ¿Y sabes cuando empezaré?

-No, no lo sé. 

-Peeero... -se pasea, de lado a lado. Cuando sale del marco del espejo, aparece en los contiguos. Vuelve a la postura de granjera, meneando la cabeza. -¡Vaaaaaaya...! ¡Para que luego me diga esa vieja que no sé hacer nada!

-¿La quién?

-De la que soy discípula -encoge los labios.

"Pues haces casi que lo mismo..." -piensa para sí la trenzuda. Aunque le consuela ver que, pese a ser de generaciones distintas, también en esto se han sentido igual.

-¡Jo, qué ropa más chula! -vuelve a decir.

-En mi instituto, cuando me defendía con mis valores y mis gustos, bueno, no sé... Nadie me valoraba, me he pasado los recreos sola y he tenido que protegerme con vías de escape de estimulación mental fuerte. Por eso me visto así.

Niña Grande parece entristecer, suelta todo el aire por la nariz.

-¿Tú también eres hipersensible? -pregunta, con las manos en los bolsillos. Va a volver a sentarse, y se deja caer de culo, ruda y torpe.

-Sí, es posible.

-A mí, en el instituto, bueno... No era tan guay como tú, pero, es verdad que yo tampoco lo he estado teniendo fácil... -fija la vista en el suelo. -Es terrible.

-¿El qué?

Ella menea la cabeza.

-Lo que nos hacen, lo que nos hicieron... 

Sofí extiende el mentón, acercándose más al Espejo.

-¿Tú también, verdad...? Tú también lo sufriste...

-Fueron años duros...

La de trenzas vuelve a sentir un pinchazo en la misma zona, y se vuelve a encoger sobre sí misma.

-Creo que... -comienza Niña Grande, observando el dolor de Sofí en el rostro.

-Sí, ya lo sé. Pero este mes parece venir fuerte. No sé qué pasa.

-¡Tal vez estés madurando! ¡A veces, no son necesarias Puertas de Escaleras para ver, a veces un Espejito siempre viene bien! ¡Ay, mira, me ha rimado!

-Entonces, esa Puerta... ¿No vamos a abrirla? -señala en dirección al túnel.

-Tendrá que decidirlo ella. Mi ama. Yo es que, ni siquiera tengo la llave completa -se la enseña, sacándola del bolsillo. Es como un tallo recién nacido -Todavía tiene que crecer. En esa Puerta hay cosas que yo todavía no he vivido... Soy mucho más joven que ella... -mira hacia la dirección del túnel, también- A saber en qué estaré pensando dentro de quince años... ¡Pero tú no me lo digas, eh!

-No, si yo no lo sé, todo no...

-Se nos acaba el tiempo, querida Sofí -sacar su mejor y más sincera sonrisa. Los ojos le brillan. Se le humedecen, y la voz le tiembla -Parece que tendremos que reunirnos, sin un cristal de por medio, dentro de mucho tiempo, al menos en mi caso... Sólo en mi caso... Mi ama ahora mismo está dormida, de unas intensas lluvias que azotaron su alma. En la oscuridad descansa, y yo aprovecho para montar guardia y ver que ella esté bien -una lágrima rueda por su mejilla. Se pasa el dorso de la muñeca por la nariz, poco elegante, como Peričina. 

-¿Sabe que estás aquí y que hemos hablado?

-No. Soy, en cierto modo, independiente. Pero puede que haga algún movimiento.

Breve silencio.

-Creo que nos parecemos mucho. -dice la búlgara, con una gran sonrisa, intentando no llorar, por la mezcla de alegría pero también de confusión y de desolación ante nuevos sentimientos.

-Yo también lo creo -sonríe, intentando que sus lágrimas no escapen. 

-Nunca he tenido un Reflejo tan directo.

Niña Grande posa la palma de la mano en el cristal.

-Ya sabes, es nuestra única manera de poder despedirnos...

Sofí coloca su mano, y cuando las unen en el cristal...

-¡AAGHH! -Sofí se encoge del dolor, la punzada es duradera e insoportable. 

Y entonces sucede. Un líquido viscoso, rojo, cae sin control de entre sus piernas, manchando las bonitas medias blancas de flores bordadas.

Y sangra, y sangra, y sangra.

Y el charco es más, y más, y más grande.

-¡Sofí, estás creciendo! ¡Te estás haciendo mujer! 

-Pero qué dices... llevo teniendo menstruaciones varios años de mi vida...

-¡No! Pero estas son distintas. ¡Has tenido una revelación! ¡Enhorabuena! ¿Sabes cuál es?

-Creo que no... -dice dolorida, tirada en el suelo con el charco viscoso de sus entrañas, sin dejar de sangrar y encharcar la estancia.

-Ahora te conoces mejor a ti misma. Y yo mejor a mí misma. Ya no somos tan niñas desde que entendemos qué somos, gracias a conocernos mejor la una a la otra. ¡Podemos dejar traumas adolescentes atrás! A mí también me está empezando a doler en el mismo sitio que tú, de hecho. ¡Tengo que irme! ¡Gracias, y mucha suerte! ¡Te conoceré! ¡Prometo hacerte sentir bien y valorada en el futuro!

"Bueno, según el día..." -piensa Sofí, con el traje manchado de sangre, en el suelo.

Un destello, una explosión.

Luz cegadora blanca.

Y todo, de un momento a otro, se desvanece.

Negro. Negro. Y más negro.


_______________________________________

-¡Anda! Vaaaayaaa... 

La joven Niña Grande andaba por el pasillo de su futuro piso, sumido en una oscuridad desoladora. No parecía haber reparado mucho en el salón, desordenado por la furia anterior, tampoco en los cajones, abiertos sin ton ni son.

-¡Qué piso más chuloo! ¡Pues sí que voy a ganarme el pan! ¡Qué bien! -pasea con las manos a la espalda.

Un rayo ilumina el salón del piso, llegando la cegadora luz hasta el pasillo, seguido de un poderoso trueno que cruje la noche.

Sigue caminando, y llega a la habitación, que está abierta. Allí la encuentra, semi inconsciente, con el rostro enterrado en el colchón, de rodillas en el suelo.

La Niña Grande adulta vuelve la cabeza, violentamente, hacia la joven.

Al ver sus ojos hinchados, enrojecidos, la más pequeña corre a su ayuda, deslizándose de rodillas ante ella.

-¡Ay, nooo...!

-¿Qué, qué haces tú aquí...? ¿Qué es todo esto...?

Se miran detenidamente, a los ojos.

-He venido a hablar contigo. A veces lo hacemos, ¿no?

-Pero, nunca de esta manera...

-¿Estás bien? -su rostro refleja paz, inocencia, pese a ya conocer parte de las maldades del mundo a su corta edad.

Niña Grande comienza a llorar, desconsolada, derrotada.

-¡No...! -responde disgustada.

-¡Oh, vaya...! -la toma de las mejillas, limpiándole las lágrimas con los pulgares, con la mayor suavidad posible.

-Todo está mal... todo está mal... todo está mal...

-Ama...

-Esas Martas me han hecho mucho daño... Han visto el frágil Cristal que hay en mí...

-¡Pero eso no es malo!, ¿no? ¡El Cristal es estrecho, pero sois vuestro mejor Espejo! ¡Ambas os necesitáis!

-¿Y si utiliza la información en mi contra?, ¿y si me hace daño...?

-Ama.

La mujer levanta la cabeza.

No se oye nada, más allá de la penumbra del lugar. Tan sólo el diluvio, y ellas.

-Ama -prosigue- ¿A que no sabes qué? ¡He conocido a Sofí!

-¿Has hablado con Sofí?

-¡Sí, sí! Es muy parecida a mí -junta las manitas- ¡Estoy súper ilusionada! Ama, ellas son buenas, jamás te harían daño, a no ser que se sientan amenazadas. Les importa tu opinión, tu Reflejo, tu Espejo, conocer tu Cristal... ¡Ellas te quieren muchísimo! Ellas te quieren por cómo eres, no por en quién te convertiste.

-¿Qué te ha dicho?

La joven Niña Grande se levanta, camina hacia la ventana, y aparta la cortina, mirando hacia la calle.

-No me ha dicho nada en concreto. Pero yo lo sé. Tenemos la misma mirada... -breve silencio. La mira- Hazme caso. Ni ella es mala, ni tú eres mala. Ella es muy buena, y ha vivido situaciones similares a las nuestras...

La adulta Niña Grande parece más calmada, y se sorbe la nariz.

-Ellas también están debatiéndose. No creas que no están preocupadas. De hecho piensan que la única a la que no le importa absolutamente nada de esto, es a ti.

-Qué equivocadas están... -menea la cabeza.

La menor se acerca, y le extiende la mano.

-¿Qué te parece si te secamos, y tomamos un té esta noche? ¡Seguro que tenemos muchas cosas de las que hablar! A fin de cuentas, yo sé muchas cosas de ti...

Niña Grande asiente, con una sonrisa apretada, tomando su mano.

Comienza a dejar de llover.

____________________________________

-Un poco más y te doy con un bate de béisbol en la cabeza para que despiertes. ¡Chiquilla, qué susto nos has dado!

-Gracias Peričina. Yo también te quiero.

-¡Pues antes hemos dicho que parecías la bella durmiente!

-¡Ven, toma un poco de agua! -hace ademanes de acercarse, con una mano, una de las chicas del grupo.

Sofí, desperezada, se integra con las otras dos hermanas, que ya parecen menos despreocupadas.


Vuelven a casa. La lluvia cesó hace un buen rato, y comienza a amanecer. Parece que se presentará un magnífico día soleado.

-¿Y bien? -pregunta Marta, intentando hacer de la situación un espacio cómodo.

-Tengo las cosas más claras -es lo único que responde.



1.          LÁGRIMAS QUE DERRITEN

 

Por: Narrador

Sólo las lágrimas derretirán el hielo que cubre al corazón.

 

Comienza a llover de nuevo.

Las tres chicas respiran pesadamente, con la vista clavada en el cuerpo, inerte, de la peculiar invitada de esta noche.

Es entonces cuando una voz emerge, más allá de las miles de gotitas nocturnas que caen ante los ojos de las jóvenes, más allá de los arbustos mojados, más allá de los coches aparcados.

-¡Periičiiinaaaa...!

Peričina se gira, enérgica. Intenta vislumbrar, con entereza, con semblante firme, al ser que le llama.

Poco a poco oye más y más voces, y vislumbra un grupo de personas, numeroso...

Cinco, seis, siete... ¿Son diez, doce tal vez?

-¡Peričinaaaaa! 

La serbia ahoga un grito.

-¡Ay! ¡AMIGOOOOS! -corre, corre feliz hacia ellos, y se ve envuelta en un gran abrazo del grupo, que la rodean amorosamente, igual que Sofí con las Estrellitas. Se gira hacia las otras dos compañeras. -¡Chicas, chicas! ¡Venid! -se acercan ambas, vacilantes, mientras la extrovertida hermana va señalando a cada uno de los que están en el grupo, dando nombres, presentando, mientras recibe abrazos y carantoñas. 

Los miembros del grupo son de la misma edad que las Martas, año arriba, año abajo. ¡Así que estos son con los que Peričina se divierte cuando sale de casa!

-¡Uf, es que no os lo vais a creer! ¡Madre de Dios! ¡Que acabamos de apuñalar a Niña Grande!

-¡Qué dices! -exclama asustada una chica del grupo.

-¡Que sí, que sí! ¡Que os lo juro! ¡Ha sido esta, que es una valiente! -señala a Sofí, que aún parece tener los reflejos lentos por la situación vivida. La toma de los hombros, zarandeándola -¡Eres mi obra de arte! -planta un sonoro beso en su mejilla, coronando la noche pese a las lluvias, que se intensifican y ametrallan el suelo.

Abraza por los hombros a Sofí, que ahora tiene una marca de pintalabios en la cara, levantando un brazo.

-¡Chavales que nos vamos de fiesta! ¡Que esto hay que celebrarlo! 

-No sé de qué hablas -dice otro de los chicos, poco atento al drama vivido- Pero sea lo que sea, ¡vamooos!

-Estáis loquísimas -comenta otro joven, en señal de apoyo.

-¡Qué reina eres! -hace con aspavientos una muchacha.

Curiosamente, ninguno de los allí presentes mostraban signos de estar mojados. Todos parecían impermeables al diluvio nocturno, que repelía el contacto con sus pieles, mostrándose secos.

Comienzan a andar, y Peričina acerca su mejilla a la de Sofí. Una sombra de alcohol aún existe en su aliento. Le extiende, por la espalda, la llave.

-Cógela. Que no se entere nadie.

Sofí, de mirada perdida, asiente, tomándola.

Marta, detrás de todos y quedándose sola, mira hacia atrás. 

Y se percata de algo.

Vuelve la cabeza hacia el grupo y, en una carrerilla, alcanza a sus compañeras, tomándolas por el hombro. 

-¡Qué! Que estoy harta ya -contesta la borde serbia.

-El cuerpo...

-¡Qué pasa con el cuerpo!

-No... no está.

Las dos mozas miran hacia atrás: Sofí preocupada, y Peričina con el ceño fruncido.

Y es cierto. El portal está vacío. El suelo, impoluto, sin restos de las furias y reproches femeninos. 

El cuerpo de Niña Grande no está allí.

-¡Pues claro que se iba a escapar! Si no la hemos matado -dice a la defensiva. -Ya nos la encontraremos por ahí. Seguro que ha ido a darse un paseíto feliz.

-Ni siquiera ha dicho adiós -Marta parece algo sorprendida, pero también molesta.

-A mí, plin. Vámonos ya, que quiero beber. Estoy hasta los cojones de esta noche. ¡Alegrad las caras, hombre!

-¡Periiii! -gritan los de delante.

-Uy, me llaman. -se gira, y les guiña un ojo, señalándolas con los dedos en forma de pistola- ¡La noche es joven, niñas...! 

Y corre hacia sus amigos.

-¡Tío, es que no os lo vais a creer! -los abraza por los hombros, va entre dos chicos -¡Vaya el puto drama que hemos montado esta noche, tú! 

Marta la alcanza, y la agarra de la corona de trenzas, tirándola hacia atrás.

-¡AY! ¡Ama!

Se acerca a su oído.

-Deja de ser tan bocazas -la dolorida se rasca la cabeza- Disfrutemos de la noche, pero no digas ninguna tontería. ¿Dónde está la llave? –

Busca a Sofí, y chocan sus miradas.

-Perfecto.

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Respetada. Admirada. Quizás temida. Una de las figuras más importantes de los estatutos de la Iberia en su disciplina, de su Protectorado.

Independiente, inteligente y portadora de sabiduría. Ansiada por muchos jóvenes que desean vivir bajo su Manto, su régimen.

Pero Niña Grande sólo boquea y jadea del llanto, del dolor, con la mirada hinchada, intentando respirar por la boca.

La lluvia cae torrencialmente sobre su cuerpo, magullado, débil, cansado. Está totalmente empapada. El pelo mojado y suelto se le pega a las mejillas, brillantes por la humedad, con las heridas algo más limpias por el agua nocturna. 

Se apresura para llegar a casa, abrazándose, intentando protegerse en vano de una tempestad abominable que cala su ropa y que atraviesa sus huesos. 

Tiembla, tiembla y tiembla. 

Pero no es sólo el agua de la lluvia lo que moja sus mejillas, también lo hacen las lágrimas que ruedan por sus ojos, chirriándole la piel, que le escuece.

Alcanza a ver el edificio de su casa y cruza la carretera vacía.

Tan sólo se distingue su cuerpo, huidizo y triste, a través de las pocas farolas como testigo, de luces débiles y mortíferas.

Sus manos son inestables, hojitas violentadas por un huracán. Consigue introducir la llave del portal tras varios intentos fallidos. 

Subiendo las escaleras, un terrible dolor se apodera de su pecho. Frena en seco. Se lleva la mano al lugar, agarrándose fuertemente de su blusa, mojada. 

Toma una bocanada de aire. 

Prosigue su marcha.

Frente a la puerta, abre con éxito al primer intento. Gira fuertemente el pomo. Abre violenta, entra deprisa. Cierra de un portazo, agrietando el silencio que inundaba las escaleras, dejando un eco de furia, eco de miseria, eco de vulnerabilidad.

Está inmóvil, observando el salón. Ahora parece más consumida que nunca, con la piel enterrada bajo dos pómulos. Está mojando el suelo, pero no parece darse cuenta.

____________________

En el kebab nocturno, Sofí siente un dolor terrible en el pecho, y se agarra fuertemente de su cobertor negro folklórico.

-¿Sofí? -pregunta Marta, ante la estupefacción de todos.

Sofí se desploma, cayendo al suelo. Peričina consigue cogerla entre sus brazos, antes de que la chica pudiera hacerse daño.

-¿Qué cojones te pasa, Sofí? ¡Sofí! - le da palmaditas en una de las mejillas, pero está totalmente inconsciente. 

La serbia, desde el suelo, lanza una mirada a Marta de confusión, desesperada.

__________________________________________________ 

 

Grita. Rompe. Arroja. 

Imágenes, imágenes, imágenes...

Dolor, dolor, dolor...

Recuerdos, recuerdos, recuerdos...

Destruye, destruye, destruye...

Derriba de un codazo todo lo que hay en la mesa del salón, causando mucho ruido para ser una hora tan tranquila.

¿Quién se atrevería a adentrarse, de aquella manera, en sus más profundos sentimientos? 

Una ya se cansa de ser tan perfecta, pero el protocolo es el protocolo...

Una ya se cansa, pero las normas están para cumplirlas...

Puedo sentir tu perfume, pese a la lluvia, pese a la sangre, pese al dolor. 

¿Puedes tú? ¿Puedes tú, mi Criatura Espejo?

Ella respira. Respira mucho, y fuerte. 

Sube los hombros. Baja los hombros.

Sube. Baja. Sube. Baja.

Parece decirle algo al suelo, con la mirada perdida. Tiene la boca entreabierta y no podemos entender qué está diciendo.

Vuelve a activarse. Parece buscar algo, en los cajones.

Escucha risotadas en su cabeza. Risas, rechazos, desprecios. Palabras malsonantes. Recuerdos de furia, recuerdos de algo desgarrador.

Abre un último compartimento de una cómoda con espejo, en el pasillo.

Ahí encuentra, por fin, tras años sin recordar dónde estaba, la llave a la que nunca prestó atención.

La llave. La llave que brilla. La Llave del Secreto. 

Por supuesto que está duplicada. Esas niñas sólo tienen una copia. 

Pero, esos Secretos estarán a salvo, ¿verdad?

Mira la llave, temblorosa, asustada. La toma con las dos manos, frente a ella, y comienza a volver a llorar, profundamente desconsolada. Sus labios se desdibujan, sus ojos se cierran y se abren, su nariz se arruga.

La arroja con ira.

¡Cliiin, cliin!

Un sonidito agudo retumba en los pasillos.

Va a su habitación. 

Se tira de rodillas, frente al colchón, y esconde la cabeza entre los brazos.

Sumida en una silenciosa oscuridad llora, llora, llora, y no sabemos por cuánto tiempo.

____________________________________________

Todos los jóvenes se vuelcan, preocupados.

-¡Hay que llamar a alguien! -Peričina sostiene su cabeza con una de las manos, mira a Marta- ¡Un médico, algo!

-Déjala, Peri. Está procesando. Lo que hemos vivido ha sido un golpe fuerte. Tiene que estar visionando algo ahora mismo. Déjala estar. Traed un poco de agua -ordena a los amigos de Peričina.

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Está tendida, en el suelo. Se incorpora, irguiéndose sobre sus rodillas. 

Son unas escaleras oscuras, y Sofí se pregunta cómo ha podido llegar hasta allí.

Los peldaños son viejos, la luz es tenue y de tonalidades moradas. 

La puerta, de madera, más allá, arriba, posee poderosas cerraduras. 

La Puerta de las Escaleras, la Puerta de los recuerdos ocultos de Niña Grande.

"Así que esta es la puerta de la que me habló" -piensa.

Aún así, debe esperar. 

"Dijo unos meses... Unos meses..."

Pero esta no es la única Puerta de las Escaleras existentes.

"No puedo abrir la suya todavía, pero, ¿he podido abrir yo la mía? ¿La he llegado a abrir realmente?"

Se levanta, mira al suelo, se rasca la cabeza, que la inclina hacia un lado, dudosa.

Luego se fija en lo que tiene delante: Parece que, a su derecha, el lugar se prolonga en un pasillo, muy oscuro. Algo le dice que debe ir allí, porque a curiosa, no le gana nadie, a excepción de Peričina, que es una buena rival en esto.

Siente, a medida que camina en él, una luz que pulula, brillante, que emana de su pecho, del color del sol, del color de las Estrellas felices. Bombea lentamente, a la par que los latidos de su corazón. Hay un sonido cósmico, agradable, que acompaña al ritmo de la presencia lumínica.

Tras un minuto caminando, logra atisbar, al final del túnel, una galería a lo lejos, con reflejos azules y violáceos en el suelo, reflejos de lo que parecen ser cristales. A medida que se aproxima, percibe que el color del suelo del destino cobra una variedad de colores, similares a las vidrieras de las antiguas catedrales. Verdes, rojos, naranjas, azules...

Hay algo de místico en eso, pero Sofí no lo acaba de comprender.

De repente, un increíble destello azulado, proveniente de la extraña estancia, vuela hacia ella, a la velocidad de la luz.

-¡IIIIIIIII, húuuuuuuuuu!

"Esa voz infantil, tiene que ser una..."

-¡Sofí, Sofí! -La Estrella pasa por su lado, sin poder frenar de la velocidad emocional que llevaba encima. Las trenzas de la chica se levantan por el airecillo causado -¡Ay, ay! ¡Sofí! -vuelve a recorrer parte del túnel hacia atrás, chocando con la mejilla de la joven.

-¡Yaaay...! -se queja- Estrella... -la mira. Parpadea. 

"Pero, si es la Estrellita enferma que recogí la otra vez".

-¡Sofí, Sofí! ¡Tienes que venir!

-No, un momento -la vestida de búlgara tira de una de sus puntas- ¿Quién eres tú? Me trajiste sueños muy raros... ¡Y después te fuiste sin avisar! ¿Para quién trabajas? -arquea una ceja, con brazos en jarra, intuyendo la respuesta.

-¡Sofí, Sofí, tienes que venir conmigo!

-¿No me digas que hemos tenido a una espía en casa...? -se acerca, amenazante, queriendo interrogar más y más.

La Estrellita comienza a temblar.

-¡No, no! Lo cierto es que, yo no trabajo para ti. Soy la Estrella del mundo de otra persona.

-¿Cómo?

-¡Por favor, ven conmigo! Yo sólo soy la mensajera... -tira de sus faldas negras, bordadas de blanco- Mi dueña te espera.

Camina junto a la Estrella flotante lo que queda de túnel, y después esta segunda se le adelanta.

Llegan a la galería, y el serecito hace una extraña reverencia, hacia algún punto que Sofí no logra atisbar pero, entonces, otra cosa llama su atención al entrar en la sala: Está completamente rodeada de espejos, espejos preciosos, decorados con diamantes, que cubren todas las paredes, de planta circular, llegando hasta el techo, coronado por una cúpula central.

_____________________________________

Peričina mira hacia atrás, en una de sus charlas de grupo con Marta.

Observa a Sofí, tendida en uno de los bancos del local nocturno, que duerme plácida, serena, con las manos entrelazadas sobre el vientre, como las princesas.

-¿Seguro que está bien?

-Sí -asiente Marta- Tú dale su tiempo.

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Se había centrado en observar los espejos de arriba, que ya de por sí, proyectaban una imagen un tanto extraña. 

"Pero, si esa de ahí no soy yo... Yo no llevo coleta, ni soy tan morena de pelo, ni llevo unos vaqueros tan desfasados... Sea lo que sea, parece llevar una moda que ya no existe..."

Entonces mira hacia los que están a su altura, que parecen testigos, incriminándola, en círculo, mientras la Estrellita vuela y vuela por la estancia.

Sofí empalidece. Todos los espejos escupen el mismo reflejo en común. 

"Es... es... y me está mirando..."

Traga saliva, porque quien se refleja, efectivamente, no es ella. 

Es Niña Grande.

Es Niña Grande, sí, pero no la misma Niña Grande. 

La mira desde el otro lado del reflejo, imperturbable, a su izquierda. Después, recibe la misma mirada en los espejos del frente. Igual sucede con los de la derecha. 

Es una Niña Grande de hace quince años. Es más joven, de una edad similar a la de las Martas, que reproduce los mismos movimientos de incomprensión y de búsqueda de respuesta de la chica folklórica. 

El parecido le asusta, porque aunque sean diferentes físicamente, la mirada es la misma. Las Criaturas Espejo nunca fallan...

Comienza a sentir un dolor en la zona baja del vientre. Pero no se dará por vencida por un simple punzada.

-¡Ataca si puedes! -grita a la cúpula, con los puños apretados.

-¡No, no! -una voz joven pero familiar, relajada y de trato cercano, responde desde los techos- ¡No es necesario! Ay, espera...

Sofí mira a su alrededor.

Uno de los espejos del frente parece tener convulsiones lumínicas en su interior.

Y entonces, al otro lado del cristal, aparece. Un espectro de movimientos independientes, y con un gran brillo en los ojos. Es Niña Grande joven, con voz propia.

La de trenzas pega un respingo, asustada, mientras el resto de los espejos siguen mostrando el reflejo del fantasma de la extraña chica, imitando a la pobre y confundida muchacha de labios rojos.

-¡Ay, uy! ¿Te he asustado? -pregunta preocupada- ¡Lo-lo siento! Es que de normal no estoy acostumbrada a recibir visitas aquí...

-¿Quién eres...?

-¡Como si no lo supieras! Aunque, en realidad, no nos conocemos... ¡Te daría la mano, pero estando a este lado me será un poco difícil! ¡Jajaja! -es más cálida y directa que su versión más adulta. Sí, la similitud de edades ayuda bastante. Ahoga un grito, llevándose la mano al pecho, emocionada -¡Ayyy, qué ilusióoon! ¡Has venido con un traje folklórico! ¡Yo también quiero que me vistas así, jooooo!

Sofí siente otra punzada en el bajo vientre. Contrae las facciones de la cara un poco, y continúa escuchándola.

-¿Por qué estoy aquí?

-¡Porque nunca había conocido a mi Criatura Espejo! ¡Ay, qué guay! ¡Qué alegría tener un reflejo tan bonito! ¿Sabes? Tenía muchas ganas de verte... ¡Sabía que pronto te conocería! Pero, por lo que he visto... -mira hacia un lado, pensativa. 

La de trenzas se fija en su ropa: Un suéter de algodón y unos vaqueros con corte que ya no se lleva, propios de la época de principios de este siglo veintiuno.

-...pero, por lo que veo, ¡voy a tener que esperar unos cuantitos años más! - junta sus manos - ¿En qué año naciste?

-En el de las Torres Gemelas.

-¡Caaaaramba! -se lleva las manos a la cintura, y menea la cabeza. Parece un granjero australiano - ¡Pues de eso hace poquito tiempo! -sonríe pícara, mirando hacia un lado. - ¡Y cuéntame más! -se tira al suelo bruscamente, desde el otro lado del cristal, tumbándose boca abajo, clavando codos en el suelo y manos bajo el mentón. Parece extasiada, risueña.- ¡Ven! Que yo no muerdo. ¡Ven, ven! ¡Qué ilusión, jo! -ve que Sofí se siente incómoda por la presencia de los reflejos que no son ella- ¡Uy, ah, venga, los quitamos! ¡Estrella, quíiiitaloooo...! -grita al aire- ¡Ven, siéntate, jo!

Sofí se acerca, de sonrisa tímida, y se sienta frente al espejo.

"Pues sí que está joven" -piensa la búlgara.

-Siento lo de los dolores en el pecho. Es que, no teníamos otra forma de contactar contigo... 

-¿Y los del vientre...?

-¿Qué? Oh, bah... -da manotazos al aire- Yo de eso no sé nada. Y, y, ¿a qué te dedicas?

"Si es que es igual de intensa que yo... Qué incómodo verse desde fuera..." -arruga los labios para sí.

-Yo voy a hacer artes escénicas, ¿y tú? -se recoloca nerviosa la de coleta morena, ansiando la respuesta.

-¿De verdad quieres saber lo que voy a ser? ¿De verdad quieres saberlo?

-¡Síiii! ¡Compártelo conmigo! Un secretillo, venga. -sus ojos chispean, desprenden un brillo entrañable.

-Voy a ser un Elegido. Uno de los tuyos. Estaré bajo tu Manto.

-¿Un Elegido, y eso qué es? Espera, bajo mi Manto... -se pone pensativa, como en los cómics. Ahoga un grito. Y exclama después. -¡AAAHHH! -se levanta- ¡No me digas que...! Espera, espera... -pide una pausa con las manos, mirando al suelo. Vuelve. Se señala el pecho. -¿Me estás diciendo que yo, voy a ser...? 

Sofí asiente con la cabeza, de manera robótica, frenética, con ojos como platos.

-¡No puede ser...! -otro grito ahogado- ¡Ay, no puede ser, pero...! Pero yo no tengo trajes chulos como los tuyos... ¿Cómo voy a estar a tu altura para hacerte un Protectorado? ¡Espera, como vas a ser una Criatura Espejo si...! ¡Eres muy pequeña...!

Sofí se encoge de hombros.

-Ostras, la vida te sorprende... Jo, qué raro... ¿Y sabes cuando empezaré?

-No, no lo sé. 

-Peeero... -se pasea, de lado a lado. Cuando sale del marco del espejo, aparece en los contiguos. Vuelve a la postura de granjera, meneando la cabeza. -¡Vaaaaaaya...! ¡Para que luego me diga esa vieja que no sé hacer nada!

-¿La quién?

-De la que soy discípula -encoge los labios.

"Pues haces casi que lo mismo..." -piensa para sí la trenzuda. Aunque le consuela ver que, pese a ser de generaciones distintas, también en esto se han sentido igual.

-¡Jo, qué ropa más chula! -vuelve a decir.

-En mi instituto, cuando me defendía con mis valores y mis gustos, bueno, no sé... Nadie me valoraba, me he pasado los recreos sola y he tenido que protegerme con vías de escape de estimulación mental fuerte. Por eso me visto así.

Niña Grande parece entristecer, suelta todo el aire por la nariz.

-¿Tú también eres hipersensible? -pregunta, con las manos en los bolsillos. Va a volver a sentarse, y se deja caer de culo, ruda y torpe.

-Sí, es posible.

-A mí, en el instituto, bueno... No era tan guay como tú, pero, es verdad que yo tampoco lo he estado teniendo fácil... -fija la vista en el suelo. -Es terrible.

-¿El qué?

Ella menea la cabeza.

-Lo que nos hacen, lo que nos hicieron... 

Sofí extiende el mentón, acercándose más al Espejo.

-¿Tú también, verdad...? Tú también lo sufriste...

-Fueron años duros...

La de trenzas vuelve a sentir un pinchazo en la misma zona, y se vuelve a encoger sobre sí misma.

-Creo que... -comienza Niña Grande, observando el dolor de Sofí en el rostro.

-Sí, ya lo sé. Pero este mes parece venir fuerte. No sé qué pasa.

-¡Tal vez estés madurando! ¡A veces, no son necesarias Puertas de Escaleras para ver, a veces un Espejito siempre viene bien! ¡Ay, mira, me ha rimado!

-Entonces, esa Puerta... ¿No vamos a abrirla? -señala en dirección al túnel.

-Tendrá que decidirlo ella. Mi ama. Yo es que, ni siquiera tengo la llave completa -se la enseña, sacándola del bolsillo. Es como un tallo recién nacido -Todavía tiene que crecer. En esa Puerta hay cosas que yo todavía no he vivido... Soy mucho más joven que ella... -mira hacia la dirección del túnel, también- A saber en qué estaré pensando dentro de quince años... ¡Pero tú no me lo digas, eh!

-No, si yo no lo sé, todo no...

-Se nos acaba el tiempo, querida Sofí -sacar su mejor y más sincera sonrisa. Los ojos le brillan. Se le humedecen, y la voz le tiembla -Parece que tendremos que reunirnos, sin un cristal de por medio, dentro de mucho tiempo, al menos en mi caso... Sólo en mi caso... Mi ama ahora mismo está dormida, de unas intensas lluvias que azotaron su alma. En la oscuridad descansa, y yo aprovecho para montar guardia y ver que ella esté bien -una lágrima rueda por su mejilla. Se pasa el dorso de la muñeca por la nariz, poco elegante, como Peričina. 

-¿Sabe que estás aquí y que hemos hablado?

-No. Soy, en cierto modo, independiente. Pero puede que haga algún movimiento.

Breve silencio.

-Creo que nos parecemos mucho. -dice la búlgara, con una gran sonrisa, intentando no llorar, por la mezcla de alegría pero también de confusión y de desolación ante nuevos sentimientos.

-Yo también lo creo -sonríe, intentando que sus lágrimas no escapen. 

-Nunca he tenido un Reflejo tan directo.

Niña Grande posa la palma de la mano en el cristal.

-Ya sabes, es nuestra única manera de poder despedirnos...

Sofí coloca su mano, y cuando las unen en el cristal...

-¡AAGHH! -Sofí se encoge del dolor, la punzada es duradera e insoportable. 

Y entonces sucede. Un líquido viscoso, rojo, cae sin control de entre sus piernas, manchando las bonitas medias blancas de flores bordadas.

Y sangra, y sangra, y sangra.

Y el charco es más, y más, y más grande.

-¡Sofí, estás creciendo! ¡Te estás haciendo mujer! 

-Pero qué dices... llevo teniendo menstruaciones varios años de mi vida...

-¡No! Pero estas son distintas. ¡Has tenido una revelación! ¡Enhorabuena! ¿Sabes cuál es?

-Creo que no... -dice dolorida, tirada en el suelo con el charco viscoso de sus entrañas, sin dejar de sangrar y encharcar la estancia.

-Ahora te conoces mejor a ti misma. Y yo mejor a mí misma. Ya no somos tan niñas desde que entendemos qué somos, gracias a conocernos mejor la una a la otra. ¡Podemos dejar traumas adolescentes atrás! A mí también me está empezando a doler en el mismo sitio que tú, de hecho. ¡Tengo que irme! ¡Gracias, y mucha suerte! ¡Te conoceré! ¡Prometo hacerte sentir bien y valorada en el futuro!

"Bueno, según el día..." -piensa Sofí, con el traje manchado de sangre, en el suelo.

Un destello, una explosión.

Luz cegadora blanca.

Y todo, de un momento a otro, se desvanece.

Negro. Negro. Y más negro.

 

_______________________________________

-¡Anda! Vaaaayaaa... 

La joven Niña Grande andaba por el pasillo de su futuro piso, sumido en una oscuridad desoladora. No parecía haber reparado mucho en el salón, desordenado por la furia anterior, tampoco en los cajones, abiertos sin ton ni son.

-¡Qué piso más chuloo! ¡Pues sí que voy a ganarme el pan! ¡Qué bien! -pasea con las manos a la espalda.

Un rayo ilumina el salón del piso, llegando la cegadora luz hasta el pasillo, seguido de un poderoso trueno que cruje la noche.

Sigue caminando, y llega a la habitación, que está abierta. Allí la encuentra, semi inconsciente, con el rostro enterrado en el colchón, de rodillas en el suelo.

La Niña Grande adulta vuelve la cabeza, violentamente, hacia la joven.

Al ver sus ojos hinchados, enrojecidos, la más pequeña corre a su ayuda, deslizándose de rodillas ante ella.

-¡Ay, nooo...!

-¿Qué, qué haces tú aquí...? ¿Qué es todo esto...?

Se miran detenidamente, a los ojos.

-He venido a hablar contigo. A veces lo hacemos, ¿no?

-Pero, nunca de esta manera...

-¿Estás bien? -su rostro refleja paz, inocencia, pese a ya conocer parte de las maldades del mundo a su corta edad.

Niña Grande comienza a llorar, desconsolada, derrotada.

-¡No...! -responde disgustada.

-¡Oh, vaya...! -la toma de las mejillas, limpiándole las lágrimas con los pulgares, con la mayor suavidad posible.

-Todo está mal... todo está mal... todo está mal...

-Ama...

-Esas Martas me han hecho mucho daño... Han visto el frágil Cristal que hay en mí...

-¡Pero eso no es malo!, ¿no? ¡El Cristal es estrecho, pero sois vuestro mejor Espejo! ¡Ambas os necesitáis!

-¿Y si utiliza la información en mi contra?, ¿y si me hace daño...?

-Ama.

La mujer levanta la cabeza.

No se oye nada, más allá de la penumbra del lugar. Tan sólo el diluvio, y ellas.

-Ama -prosigue- ¿A que no sabes qué? ¡He conocido a Sofí!

-¿Has hablado con Sofí?

-¡Sí, sí! Es muy parecida a mí -junta las manitas- ¡Estoy súper ilusionada! Ama, ellas son buenas, jamás te harían daño, a no ser que se sientan amenazadas. Les importa tu opinión, tu Reflejo, tu Espejo, conocer tu Cristal... ¡Ellas te quieren muchísimo! Ellas te quieren por cómo eres, no por en quién te convertiste.

-¿Qué te ha dicho?

La joven Niña Grande se levanta, camina hacia la ventana, y aparta la cortina, mirando hacia la calle.

-No me ha dicho nada en concreto. Pero yo lo sé. Tenemos la misma mirada... -breve silencio. La mira- Hazme caso. Ni ella es mala, ni tú eres mala. Ella es muy buena, y ha vivido situaciones similares a las nuestras...

La adulta Niña Grande parece más calmada, y se sorbe la nariz.

-Ellas también están debatiéndose. No creas que no están preocupadas. De hecho piensan que la única a la que no le importa absolutamente nada de esto, es a ti.

-Qué equivocadas están... -menea la cabeza.

La menor se acerca, y le extiende la mano.

-¿Qué te parece si te secamos, y tomamos un té esta noche? ¡Seguro que tenemos muchas cosas de las que hablar! A fin de cuentas, yo sé muchas cosas de ti...

Niña Grande asiente, con una sonrisa apretada, tomando su mano.

Comienza a dejar de llover.

____________________________________

-Un poco más y te doy con un bate de béisbol en la cabeza para que despiertes. ¡Chiquilla, qué susto nos has dado!

-Gracias Peričina. Yo también te quiero.

-¡Pues antes hemos dicho que parecías la bella durmiente!

-¡Ven, toma un poco de agua! -hace ademanes de acercarse, con una mano, una de las chicas del grupo.

Sofí, desperezada, se integra con las otras dos hermanas, que ya parecen menos despreocupadas.

 

Vuelven a casa. La lluvia cesó hace un buen rato, y comienza a amanecer. Parece que se presentará un magnífico día soleado.

-¿Y bien? -pregunta Marta, intentando hacer de la situación un espacio cómodo.

-Tengo las cosas más claras -es lo único que responde.







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