Condiciones

 Claac.

Ñiiiiiiiiiic.


La puerta se abre. Una Marta, con el gran pañuelo rojo en la mano, se asoma desde la habitación. Tiene el pelo voluminoso, suelo, algo ondulado, con ese matiz tan particular. Su piel es blanca, sus pómulos marcados, sus labios pintados de rojo, como la sangre. Ahora sí que parece tener la misma edad de ellas. A fin de cuentas, es una chica normal y corriente, que se había metido en un papel de mandataria mafiosa.

-Sofí, ¿qué haces? -pregunta cautelosa, mirando hacia el pasillo, con cara de no entender.

Sofí almacena, entre sus manos, una bola azul, gélida, que ilumina su rostro y hace levitar sus trenzas. Tenía los ojos cerrados y el rostro apacible, pero despierta de su trance, enérgicamente, y la bola se va apagando, mermando poco a poco el intenso halo azul.

-Nada... -baja las manos.

-¿Dónde están...? -no acaba la frase. Se asoman al desastre del salón. Está la puerta principal abierta, que permite correr el aire, sintiéndose la brisa en la estancia.

Ambas se miran, extrañadas, y salen del piso corriendo, bajando las viejas escaleras.


Las encuentran en el portal, fuera. La hierba está húmeda, pero ya dejó de llover.

Imaginaban algún tipo de forcejeo físico entre estas, algún tipo de pelea, de violencia, pero no es así. 

Niña Grande está seria, muy seria, y Peričina lleva la llave, que brilla, agarrada en la mano, apretándola muy fuerte. Parece preocupada. 

Están frente a frente. 

-No pienso ir corriendo detrás tuya, vamos, además, porque no puedo... -la voz de la mujer tiene un color extraño, distante, oscuro. Extiende la palma de la mano- Dámela.

-No.

Niña Grande respira pesadamente. 

-No me hagas hacerlo por las malas.

-Merecemos saber.

-No es bueno saber tanto. Chicas, chicas... -mira a las otras, pues se ha dado cuenta de que están observando- Me parece genial que vistáis así, y que os divirtáis... Pero las normas son las normas, y no podéis contar conmigo para algunas cosas...

-No pienso dártela.

-¿Por qué? -tensa las facciones, respira fuerte otra vez, y gesticula mucho con las manos, con una mirada fría- Dame una explicación. -extiende su dirección, ahora hacia todas -¡Dadme una! Si la obtengo, no tendré ninguna queja por mi parte.

-Queremos tener el Secreto, porque queremos entendernos a nosotras mismas mejor -interviene Sofí.

Niña Grande se gira, la mira, pero no dice nada.

-Eres una puta favoritista. Haces ascos a mis hermanas, poniéndolas por debajo de otros discípulos Elegidos. Qué menos que sacarte los colores y saber de qué palo vas. Ya te ha dicho mi ama -mira a Marta- que a nosotras no nos engañas. Es lo único a lo que podemos acceder y tener de ti, porque somos tontas y te queremos -escupe Peričina 

La mujer bufa, y menea la cabeza.

-Yo no tengo favoritos, cada uno tiene sus cosas, y sus circunstancias personales...

-Menudo eufemismo -responde, arrugando la nariz. 

La mirada de Peričina se afila. Esto sólo puede ocurrir por dos cosas: La sonrisa y el enfado. 

Estamos en el segundo caso.

-Es que no entendéis nada... -musita Niña Grande.

-¡Tú quieres a Von Braun y a Rancio más que a estas señoritas! Voy a hacerte una escala de los más favoritos a menos favoritos, a ver qué te parece.

-No me parece productivo... -menea la cabeza.

-Es que ni siquiera hablas.

-Yo no tengo por qué hablar. Ojalá pudiera deciros muchas cosas, pero no me parece el momento, ni el lugar apropiado.

Breve silencio.

Peričina parece abrir la boca, pero se detiene.

Niña Grande suspira.

Concluye.

-Si tanta ilusión os hace, quedáosla. -Las chicas se miran extrañadas, pero victoriosas por dentro. -En serio, quedáosla. Con una condición -vuelve esa mirada lastimera- No abráis la Puerta de las Escaleras hasta que no os avise. 

-¿La puerta a qué? -pregunta la serbia, con los brazos en jarra.

-Es la puerta a los Recuerdos Ocultos -explica Sofí. -Yo lo he visto en sueños, es, es... Raro.

Pero nuestra buena amiga serbia, ay, tú que estás leyendo esto, sabes que nunca es información suficiente. Siempre necesitará más respuestas.

-¿Y eso cuándo será? - continúa Peričina. 

No obstante, sabemos que por dentro está insegura, al igual que sus compañeras.

-Dadme unos meses. -responde la excéntrica mujer.

Sofí comienza a temblar, y lágrimas ruedan por sus mejillas.

Las demás la miran, menos Niña Grande, quien tiene la cabeza gacha y apenas se gira hacia ella. Inmóvil, sosteniendo una losa emocional.

-¡¡Dime que has hecho todo este tiempo para que no seamos suficientes para ti!! -violentamente corre hacia ella, la empuja, tirándola al suelo, quedando encima de ella, cogiéndola de las mangas de los brazos. -¡¡Dímelo!! ¡¡Vamos!! ¿Es culpa tuya, no? ¡¡Vamos!! 

-No pienso hablar...Ya he dicho suficiente por hoy... Por favor, no insistáis más... -contesta con ojos llorosos, en el suelo.

-Dadle la vuelta -ordena Sofí, con trenzas ardientes de dolor.

Peričina y Marta corren hacia la escena, poniéndola entre las tres bocabajo, con brusqueza, pues Niña Grande parece resistirse.

-¡Por favor, tenéis que entenderlo...! ¡Tengo que seguir unas rúbricas, y no se puede hacer nada...!

Sofí mira a las otras, recibiendo miradas de visto bueno, para proceder. 

Se sienta a horcajadas, encima de la mujer.

Saca el gran cuchillo, el mismo con el que Marta fue apuñalada. 

Lo alza en el cielo.

-Te crees que se nos olvida -dice refiriéndose al arma blanca, imponente, brillante- Sin magia, sin poderes, sin trucos. Un apuñalamiento manual. De humana, a humana -mira a Marta, dirigiéndose ahora a ella- Por ti, por todas.

Y vuelve a clavar su vista en la extraña mujer, apretando la boquilla, pequeñita, cereza furiosa.

Rápido, veloz, el arma blanca desciende, mientras Sofí tiene el rostro inmóvil, tenso, pétreo.

FLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Un ruido agudo penetra en la espalda de Niña Grande, que no hace ningún tipo de exclamación. 

Curiosamente, tampoco desprende sangre.

Peričina y Marta parecen apenadas, pero decisivas, mirándose entre ellas dos y Sofí.

-Adiós, adiós... Te veremos por aquí. -dice la trenzuda, con el ceño fruncido, y se levanta, quitando sus rodillas, clavadas en la tierra.



50.    A LAS ESPALDAS

 

Por: Narrador

Claac.

Ñiiiiiiiiiic.

La puerta se abre. Una Marta, con el gran pañuelo rojo en la mano, se asoma desde la habitación. Tiene el pelo voluminoso, suelo, algo ondulado, con ese matiz tan particular. Su piel es blanca, sus pómulos marcados, sus labios pintados de rojo, como la sangre. Ahora sí que parece tener la misma edad que sus hermanas. A fin de cuentas, es una chica normal y corriente, que se había metido en un papel de mandataria mafiosa.

-Sofí, ¿qué haces? -pregunta cautelosa, mirando hacia el pasillo, con cara de no entender.

Sofí almacena entre sus manos una bola azul, gélida, que ilumina su rostro y hace levitar sus trenzas. Tenía los ojos cerrados y el rostro apacible, pero despierta de su trance, enérgicamente, y la bola se va apagando, mermando poco a poco el intenso halo azul.

-Nada... -baja las manos.

-¿Dónde están...? -no acaba la frase. Se asoman al desastre del salón. Está la puerta principal abierta, que permite correr el aire, sintiéndose la brisa en la estancia.

Ambas se miran extrañadas y salen del piso corriendo, bajando las viejas escaleras.

Las encuentran en el portal, fuera. La hierba está húmeda, pero ya dejó de llover.

Imaginaban algún tipo de forcejeo físico entre estas, algún tipo de pelea, de violencia, pero no es así. 

Niña Grande está seria, muy seria, y Peričina lleva la llave, que brilla, agarrada en la mano, apretándola muy fuerte. Y parece preocupada. 

Están frente a frente. 

-No pienso ir corriendo detrás tuya, vamos, además, porque no puedo... -la voz de la mujer tiene un color extraño, distante, oscuro. Extiende la palma de la mano- Dámela.

-No.

Niña Grande respira pesadamente. 

-No me hagas hacerlo por las malas.

-Merecemos saber.

-No es bueno saber tanto. Chicas, chicas... -mira a las otras, pues se ha dado cuenta de que están observando- Me parece genial que vistáis así, y que os divirtáis... Pero las normas son las normas, y no podéis contar conmigo para algunas cosas...

-No pienso dártela.

-¿Por qué? -tensa las facciones, respira fuerte otra vez, y gesticula mucho con las manos, con una mirada fría- Dame una explicación. -extiende su dirección, ahora hacia todas -¡Dadme una! Si la obtengo, no tendréis ninguna queja por mi parte.

-Queremos tener el Secreto, porque queremos entendernos a nosotras mismas mejor -interviene Sofí.

Niña Grande se gira, la mira, pero no dice nada.

Peričina responde por ella.

-Eres una puta favoritista. Haces ascos a mis hermanas, poniéndolas por debajo de otros discípulos Elegidos. Qué menos que sacarte los colores y saber de qué palo vas. Ya te ha dicho mi ama -mira a Marta- que a nosotras no nos engañas. Es lo único a lo que podemos acceder y tener de ti, porque somos tontas y te queremos -escupe Peričina. 

La mujer bufa, y menea la cabeza.

-Yo no tengo favoritos, cada uno tiene sus cosas, y sus circunstancias personales...

-Menudo eufemismo -responde, arrugando la nariz. 

La mirada de Peričina se afila. Esto sólo puede ocurrir por dos cosas: Cuando sonríe, y cuando se enfada.

-Es que no entendéis nada... -musita Niña Grande.

-¡Tú quieres a Von Braun y a Rancio más que a estas señoritas! Voy a hacerte una escala de los más favoritos a menos favoritos, ¡a ver qué te parece!

-No me parece productivo... -menea la cabeza. -Así, no vamos a llegar a ninguna parte…

-Es que ni siquiera hablas.

-Yo no tengo por qué hablar. Ojalá pudiera deciros muchas cosas, pero no me parece el momento, ni el lugar apropiado.

Breve silencio.

Peričina parece abrir la boca, pero se detiene.

Niña Grande suspira.

Concluye.

-Si tanta ilusión os hace, quedáosla. -Las chicas se miran extrañadas, pero victoriosas por dentro. -En serio, quedáosla. Con una condición -vuelve a esa mirada triste- No abráis la Puerta de las Escaleras hasta que yo no os avise. 

-¿La puerta a qué? -pregunta la serbia, con los brazos en jarra.

-Es la puerta a los Recuerdos Ocultos -explica Sofí. -Es, es… raro.

Pero para nuestra buena amiga serbia, ay, nunca hay información suficiente. Siempre necesitará más respuestas.

-¿Y eso cuándo será?- continúa Peričina. 

No obstante, sabemos que por dentro está insegura, al igual que sus compañeras.

-Dadme unos meses. -responde la enigmática mujer.

Sofí comienza a temblar, y lágrimas ruedan por sus mejillas.

Las demás la miran, menos Niña Grande, quien tiene la cabeza gacha y apenas se gira hacia ella. Inmóvil, sosteniendo una losa emocional.

-¡¡Dime que has hecho todo este tiempo para que no seamos suficientes para ti!! -violentamente corre hacia ella, la empuja, tirándola al suelo, quedando encimasu cuerpo, cogiéndola de las mangas de los brazos. -¡¡Dímelo!! ¡¡Vamos!! ¿Es culpa tuya, no? ¡¡Vamos!! 

-No pienso hablar... ya he dicho suficiente por hoy... Por favor, no insistáis más... -contesta con ojos llorosos en el suelo.

-Dadle la vuelta -ordena Sofí, con trenzas ardientes de dolor.

Peričina y Marta corren hacia la escena, poniéndola entre las tres bocabajo, con brusqueza, pues Niña Grande parece resistirse.

-¡Por favor, tenéis que entenderlo...! ¡Tengo que seguir unas rúbricas, y no se puede hacer nada...!

Sofí mira a las otras, recibiendo miradas de visto bueno, para proceder. 

Se sienta a horcajadas, encima de la mujer.

Saca el gran cuchillo, el mismo con el que Marta fue apuñalada. 

Lo alza en el cielo.

-Te crees que se nos olvida -dice refiriéndose al arma blanca, imponente, brillante- Lo haremos sin magia, sin poderes, sin trucos. Un apuñalamiento manual. De humana, a humana -mira a Marta, dirigiéndose ahora a ella- Por ti, por todas.

Y vuelve a clavar su vista en la extraña mujer, apretando la boquilla, pequeñita, cereza furiosa.

Rápido, veloz, el arma blanca desciende, mientras Sofí tiene el rostro inmóvil, tenso, pétreo.

FLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Un ruido agudo penetra en la espalda de Niña Grande, que no hace ningún tipo de exclamación. 

Curiosamente, tampoco desprende sangre.

Peričina y Marta parecen apenadas, pero decisivas, mirándose entre ellas dos y Sofí.

-Adiós, adiós... Te veremos por aquí. -dice la de dos trenzas, con el ceño fruncido. Se levanta, quitando sus rodillas clavadas en la tierra.

 

 


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