Entrada Final

Svetá Nedelya, la iglesia principal, corona el corazón de Sofía, siendo observada por las estatuas de los imponentes leones del parlamento. Las montañas, aún algo nevadas, se imponen y rodean el paisaje. Las gentes caminan y el viejo tranvía verde cruza ante tus ojos, haciendo CLAC CLAC CLAC.

Sofía es un descascarillado feliz, una postal. Es bonita y hay que saber verlo. No está tan mal, ¿no?

Aunque Sofí, por alguna razón, parece preocupada. Y es que se ha vuelto a subir a una de las azoteas de los bloks, en la periferia de la ciudad. Observa la montaña Vitosha muuucho mejor. Bonita, verde, algo nevada todavía... Y abajo puede ver como la hierba ha crecido generosamente, y cubre los piececitos de los niños, que están jugando en esos parques antiguos, en esos toboganes de latón, esas redecillas oxidadas...

Sofía intenta ser moderna, pero Sofía no puede evitar ser lo que es. ¿No?


Peričina observa, desde las ventanas empañadas del tranvía, las casitas nuevas de estilo búlgaro, pero bien pintaditas, fundiéndose en el camino con los antiguos rótulos de las panaderías y los bloques. 

"Pero mira que es bonita la montaña, ¿eh?" -piensa, cuando sus ojos se encuentran con Vitosha.

Decide bajar, y pisa suelo con sus zapatos de mimbre y de punta rizada. 

Las viejas puertas del tranvía cierran, de par en par. Y observa a su alrededor. Ha estado en este sitio muchas veces, con sus amigos.

Se ha bajado en medio de la carretera, aunque esta está vacía. Tan sólo la recorre las vías del transporte que ha utilizado.

Alrededor del barrio, todo el paisaje es de color verde. Hace un día soleado.

Está de vuelta, de hacer unas faenas en el centro, y de entretenerse con unas amistades, de aquí a allá. También estuvo desayunando con alguien, o algo así.

Camina, pensando en lo que tiene que decirle a Sofí. Utiliza una mano de visera, pues ya es mediodía, y mira hacia una de las azoteas. Sabe que ella está allí. No sé, simplemente lo sabe.

Lo siguiente es lo que ya conocemos: cruzar el parque de niños enlatado, pisar hierbecita, llegar al portal, sacar sus llaves, entrar, y subir por el ascensor sin puertas. 

-Voy a estar con Sofí -me dice, dejando una bolsa en el piso- ¡Anda, Treceañera! ¿Qué haces aquí?

Treceañera, en el sofá, parecía absorta escuchando música en su móvil. Música que estuvo de moda, hará diez años.

La adolescente le responde, afable. Curiosamente, Peričina está más amable que de costumbre.

Yo le despido con la mano, y ella sube a la azotea.

____________________

Pues está allí. De espaldas, cruzada de brazos. Con las trenzas impecables, aunque si te fijas bien, algún pelo se le escapa.

-¡Sofí...! 

Esta se gira, sorprendida.

-Peričina...

-¿Qué haces aquí? ¿Reflexionando? 

-Sí... -mira al horizonte.

La serbia se coloca junto a ella.

-Qué bonita es Sofía, ¿eh? Mira todos esos bloques... ¡Jo! Es que son chulos... los de Belgrado son distintos... estos son más cálidos, más, no sé... -saca una cajetilla de tabaco, y se lleva un cigarro a la boca, extendiéndole la caja- ¿Uno? -Sofí parece dudar.- Por una vez no te va a morder ni te va a pasar nada.

-No, no, gracias... quizás luego.

Breve silencio.

-¿Por qué has venido? -Sofí está escéptica hoy.

-¿Yo?

-Sí.

-Pues -calada- Umm...

-Hoy estás rara.

-Sí...

-Has venido para decirme algo.

-Pero Sofí, no te enfades, que no es nada malo. Es que... he pensado las cosas... y no sé, quería proponerte a ti y a las demás que vayamos a Belgrado este verano. -sugiere incómoda.

-A Belgrado -la mira, con los ojos muy abiertos.

-Sí. ¿Tú querías que te enseñase los edificios de allí, no? Y Novi Beograd, y la Torre Genex, que es donde nos quedaríamos... y después... -calada nerviosa- veríamos Zemun, y después el Danubio, el río Sava también... y por supuesto iríamos a la calle donde los músicos tocan y la gente come... músicos como yo -orgullosa se lleva la mano al pecho, y da toquecitos al cigarro-. Podríamos ir con mis amigos, comer hasta rodar, cantar, bailar...

-¿Por qué parece que me estás suplicando?

-Sofí -apaga el cigarro en el poyete, lo guarda en un bolsillo de las faldas, se acerca a ella, apoya uno de los pies en el muro, y junta las manos -todas necesitamos descansar. 

-Pero la que decide es Marta.

-Pero tú también importas y me importa tu opinión. Lo he pensado bien. La temporada está acabando. Nosotras necesitamos tomarnos un respiro, tanto con nosotras mismas, como con Niña Grande. Ha sido una temporada de altibajos, de tira y afloja. Yo puedo espabilarme a mí misma, pero no puedo hacerlo sin vosotras. Tenemos que mirar por nuestro bien. Tenemos que descansar. -Sofí está callada, indecisa- Lo de Niña Grande se solucionará. Sólo serán meses. Y después... bueno, vete a saber tú lo que pasará después. Apenas nos queda nada. Y mejor llegar como nuevas, ¿no?

-Peričina, siento no ser lo suficientemente agradecida. Estoy tan preocupada...

-Pero, pero, ¿entonces es un sí? ¿Nos vamos a Serbia en verano?

Sofí sonríe maliciosamente.

-Pues claro.

Peričina aprieta los puños, emocionada.

Sofí prosigue.

-Lo que pasa -suspira- es que estos meses han servido de introspección. He estado evolucionando, creciendo, y pensando...

-...y si tú creces, nosotras lo hacemos contigo.

-¿Tú también has cambiado?

-Sí. No debería beber tanto, supongo. Bueno, en realidad me la suda. A lo mejor no he cambiado tanto -se encoje de hombros, y Sofí se ríe.

-Me siento culpable, Peričina. 

-¿Por qué?

-No me he mirado lo suficiente. He sido, uf... No he sido lo suficientemente responsable cuando se me pidió, ni lo suficientemente sensata, ni lo suficientemente madura para afrontar algunas relaciones, y...

-Pero siempre insuficiente.

-Sí. Espera, ¿qué?

-Siempre dices que eres insuficiente. Es todo lo que acabo de oír. ¿Por qué no miras el vaso medio lleno, en vez del vaso medio vacío? Hay más cosas buenas que malas. Al final resulta que voy a tener el ego más inflado que tú.

-A mí eso no me parece malo.

-¿El vaso?

-El vaso y el ego. Creo que tener ego está muy infravalorado en el mundo. ¿Qué pasa porque a alguien se le infle el pecho?

-No pasa nada. -se encoge de hombros -a mí me resbala no ser humilde.

-No pasa nada porque, si alguien es humilde, para el mundo está bien, pero después se exige amor propio, y cuando lo tienes... ¡anda, mira! Ya no, ya es que tienes ego... es increíble.

-Vergonzoso, diría yo.

-¿Y tú reflexionas, Peričina?

-Pero es que aquí os creéis todas que yo soy tonta.

-No he dicho eso -frunce el ceño, pensativa- Es que creo que nunca he llegado a conocerte. 

-Nunca te has parado a conocerme -corrige, meneando el índice ante ella.

-Eres difícil de leer. Sabes ser sincera, y al mismo tiempo nadie sabe de qué vas.

-Je, no lo sé ni yo.

Quedan mirándose en silencio. Sofí se pierde en el abismo de los ojos de Peričina, grandes y entrañables. La misma mirada, el mismo fondo, la misma bondad. Al fin y al cabo, son la misma persona. 

-Te quiero.

-¿Qué?- Peričina hace una mueca de extrañeza.

-Que te quiero.

-Vaya... -mira hacia delante- Y yo que pensaba que nadie me quería.

-¿Tú también? -exclama sorprendida y emocionada.

-Sí... yo soy una mujer que sufre y que menstrúa.

Mira a Sofí. Y sonríe. Su rostro, blanco, parece resplandecer a la luz del sol. Peričina es un ángel, un ser de luz, y nosotras nunca ¡hemos reparado en ello. 

Empieza a subir un olor a comida, pues la señora del último piso está preparando el almuerzo. 

-Peričina, tengo miedo del futuro. Tengo miedo de no alcanzar a ser una verdadera Sofí.

-Ya eres una Sofí. ERES Sofí. Sofí se nace, no se hace. Te exiges demasiado.

-Debería...

-¡No deberías nada! ¡Pardiez, estás todo el día debiendo, leches! - saca el mechero, prende otro cigarro con cuidado por el viento, da una calada y comienza a hacer aspavientos- Pero vamos a ver prima, luego decís que si soy así, que si enérgica, que si impulsiva... vamos, igual que todas vosotras, no me fastidiéis, pero... ¡macho, todo el día igual! ¡Debo, debería, tengo que, yo tendría que...! ¿No debería de haber, como único deber, un: lo haré porque quiero? ¡Entre el querer y el deber! Siempre esa cuestión... ¡Pues no! Ya hemos hecho muuuchos deberes. Ahora sólo hacemos lo que queremos. Nos lo merecemos. -señala hacia atrás, con el índice- ¿Tú sabes lo de Marta?

-¿Qué es lo de Marta?

-¡Que está dejando por escrito todo lo que está pasando!

-¿Dejando...? -arquea la ceja, confundida.

-Sí, Sofí, sí. Últimamente estás en tu mundo y no te enteras. Lo comprendo, estás reflexionando mucho, sí, pero que no te enteras. 

-¿Y qué ha escrito?

-Yo que sé. ¡Pues lo que hemos vivido!

-¿Tú entonces crees que soy suficiente?

-Sí.

-¿Y así lo cree Niña Grande?

-A su pesar, sí.

-A su pesar...

-Te ha jodido por sus normitas, pero ella te valora mucho. ¡Me valora hasta a mí, que le he metido de hostias! -se lleva la mano al vientre- ¡Ja, ja!

-A veces dudo de mis propios poderes...

-Todos los tenemos. Hasta yo, que no tengo brillitos en las manos como tú, los tengo.

-¿Tú crees que la vida me depara cosas bonitas?

-Sí. ¿Y sabes quiénes lo piensan también?

-No, ¿quiénes?

Peričina toma todo el aire de sus pulmones, y concentrada se lleva dos dedos a la boca, silbando tan penetrantemente que su prima-hermana se tapa los oídos.

Algo parece temblar. 

-¿Se va a caer el edificio? -pregunta la de trenzas sin alterarse, curiosa.

-Mmmm, ¡noooooo...! -responde la serbia orgullosa. Mira hacia atrás, molesta - ¡Venga, salid ya, cojones!

De repente emergen, escondidas tras los muros, decenas y decenas de Estrellas, que salen disparadas hacia Sofí. Estrellitas azules, divertidas, que destellan, que brillan, que ríen...

-¡Peričina, cómo...!

-Tú las descubres, y yo las incluyo en el grupo de Personas. -su cigarro se mueve a la par que la comisura de sus labios. - Dale Sofí. Sigue el camino. Esto es sólo el comienzo.

Sofí sale a divertirse. Un zapatazo, un destello fugaz, y vuela.

Vuela, vuela alto, y lo hace junto a sus Estrellas, como Treceañera siempre soñó, como Marta se enorgullece, como Peričina festeja, y como Niña Grande admira.

En el corazón de Grad Sofiya, mucho más allá de los tejados, rozando las nubes, Sofí grita, rodeada de sus estrellas.

-¡Yi-jiáaaaaaaaaa! -y con un estruendoso destello hacia arriba, ilumina el cielo, tiñéndose toda la ciudad de Sofía de una luz amarilla, anaranjada, como si de este planeta no perteneciese. 

Las gentes miran hacia arriba, preguntándose qué ha sucedido. 

El evento causó revuelo, y tanto en los periódicos como en la Radio Nacional de los próximos días no se habló de otra cosa.

"La ciudad de Sofía está perpleja ante una situación de lo más sobrenatural, pues presencia fenómenos mágicos a través de una joven, que se pasea por las calles vestida de tradicional, concretamente con el traje de Sofiiska. Aterroriza e impone, pero también causa ternura entre nuestros ciudadanos. También hay dos más: una vestida de Pirin, y otra vestida de serbia. La del Pirin hace menos ruido, pero a la serbia la han tenido que echar de algunos locales por sus discusiones polémicas y peleas. No obstante, se la respeta como músico y bailarina. Estas chicas parecen ser trillizas, pero no sabemos nada. El pueblo búlgaro las confunde con la famosa visionaria Baba Vanga. Esta extraña troupe va acompañada, a veces, de una chica más joven que las demás, de unos trece años, vestida algo pasada de moda. Definitivamente, es un caso sumamente extraño. Les seguiremos informando."

Todo esto lo escribo e inmortalizo, sentada en el césped del barrio, mientras Sofí vuela de aquí para allá, soltando su energía y chillando. Peričina practica un baile nuevo de la región del sur de Serbia, mientras le pido en un grito que por favor no beba. Treceañera está junto a mí, dibujando y practicando ojos nuevos en su cuaderno de Historia.

Yo termino, y cierro mi libreta, donde narro todo lo sucedido en estos últimos meses. Me levanto. 

-Treceañera, vamos a merendar. ¡Chicas, a merendaaaar!

Porque la Fusión ya ha comenzado.

Porque ellas siempre estarán dentro de mí.

Pasado. Presente. Futuro.

Ahoy!








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