Vuzrazhdane! Ahoy!

 -“¿Cuántas veces se rieron de ti, y hasta cuán alto llegaste? Niña Grande, eres un ejemplo a seguir, y yo soy su heredera”.


Se sienta en el banco, y espera unos diez minutos. Observa a un abuelo enseñándole a su nieto a montar en bici. Dos madres con sus niños pequeños hacen un picnic en el lado del pequeño parque acuático. 


Mas allá, al frente, una pareja disfruta del sol, haciéndose carantoñas, tumbados en la hierba.


A la izquierda, dos señoras mayores pasean y sueltan alguna que otra risilla. Parecen hablar de sus maridos cuando se ponen serias, o al menos a eso le alcanza su nivel de búlgaro. 


“-Si no estuviese en estas condiciones, podría disfrutar mucho más de esto-“.


-¡Hoooola, holaaa! ¡Perdón por llegar tarde, Marta! Me había dejado la botella de agua en casa, y he tenido que volver… -se sienta de forma abrupta en el banco, dejando caer todo el peso. 


Seria, algo intimidada, Marta se limita a escucharla.


-Perdóname, en serio. ¿Me perdonas? ¡Jaaa, ja ja ja ja jaa!


-Sí, te perdono -contesta con una media sonrisa.


-Oy, es que yo no pensaba que iba a hacer taanto calor hoy… -rebusca en su bolsa de tela, con el nombre de algún festival artístico impreso. Lleva una botella térmica que coloca en el banco, y saca una libreta pequeña, de páginas amarillas, con un portaminas. Su apariencia no es la más habitual en sitios como Sofía, al menos en el centro: Falda de tela larga, sandalias, blusa ancha, y el cabello recogido en una pinza. 


-Bueno, ¡Martita, pues cuéntame! ¡Que hace mucho que no se nada de ti!


Parece dispuesta a apuntar todo lo que voy a decir, algo así como un interrogatorio. Sé que son patrones suyos, pero…


-Por favor -suavemente, bajo la libretilla con la mano. La tomo suavemente, la cierro, y la dejo sobre el banco, entre nosotras, junto con el portaminas. Yo la miro a los ojos todo el tiempo. Ella parece no entender. -Necesito que me escuches. 


-Oh, sí, perdona… Yo sólo quería…


-No te preocupes -palpo su mano- Entiendo tus intenciones, pero me siento mejor así.


-Vale… -parece espabilar, por lo que sacude un poco la cabeza- ¡Claro, sí! Pues, dime…


-Te debo una explicación. Nos mantenemos ocultas porque, uno, tenemos unas cuestiones que resolver entre nosotras, y dos, bueno, es un poco como la primera, nos sentimos un poco desconectadas del mundo. 


-A veces eso es bueno, pararse y…


-Sí, pero el caso es que Sofí no te quiere ni ver -se deja caer en el respaldo, con piernas extendidas y brazos cruzados.- Parece herida y decepcionada. Tú sabes que todo esto le puede.


-Pues no era mi intención, en serio…


-A ver, Niña Grande, creo que hay algo que no sabes. Ya sé que eres bastante ingenua -se incorpora, hacia ella- Pero el mundo se ríe de nosotras.


-¿Quién se ríe? ¡Yo no me estoy riendo, vaya…! Yo os aprecio mucho…


-Tú no, pero nuestra generación, las chicas, los chicos… Todos. Y recalco ambos sexos por separado, porque cada uno funciona de una manera distinta. Y, en especial, la dificultad viene por parte de las mujeres.


-Ya… -inclina la cabeza, entornando la vista, triste, al suelo. Asiente. Parece comprender la situación. -Suele pasar…


-Nos hemos apartado porque necesitamos resolver nuestras propias cosas. Por otra parte, sabes que eres una Criatura Espejo, ¿verdad? La Verdad se acerca, y puede que Sofí quiera hablar contigo…


-¿Sofí? -su mirada recobra el brillo- ¿Sofí quiere hablar conmigo? ¡Jo, quiero apuntar las cosas! 


Procede a tomar el cuaderno, pero Marta la detiene. 


-No.


La mujer parece aceptar, sin mucha resistencia.


-¿Por qué Sofí quiere hablar conmigo? ¿Para decirme que soy una Criatura Espejo?


-Algo así. Pero, ¿sabes lo que es eso?


-¡Bueno! -coloca, de manera brusca, un brazo tras el respaldo, y se reacomoda sobre sí misma, alegre- ¡Todos los días se aprende algo! Ilumíname. ¡Como este sol que tanto calor da! -gimotea, fingiendo llorar de manera cómica.


-Las Criaturas Espejos representan, a través de la mirada y existencia, que un Ser y otro Ser están hechos de la misma cosa. Del mismo….


-…¿Polvo de Estrellas? ¿Puede ser? -enarca una ceja, exagerando la mueca.


-Espera, ¿cómo sabes eso?


-¡A ver, Marta…! -enseña las palmas de las manos, de aspecto infantil- Una ya va aprendiendo cositas, ¡jii, jijijiji!


-Pues es algo así… -responde algo cohibida.


-¡Ay, pero eso es bueno mujer! Me alegra oír eso.


“Se está filtrando, está usando capas de cebolla”- piensa la folklórica en su cabeza. -“Hay algo que no me está contando. Me entristece que se ponga así de fría, pero bueno, pronto saldrá todo a la luz, quiera o no”.- 


-Pues eso, que nuestros compañeros e iguales se ríen de nosotras. Nos sentimos muy solas.


-Bueno… -mira al suelo, y sonríe. Vuelve a mirarme. -¡Ser diferente tiene sus ventajillas también!


-Siempre tan positiva…


-Bueno, si te sirve de consuelo, yo también me he sentido así. 


-¿Ah, sí? -pregunta desinteresada. 


Sabe perfectamente que no le va a contar nada fuera de lo ordinario. En cierto modo, es decepcionante para ella. Puede haber un abismo de información emocional, un abismo que la interpone con el Gran Expediente, y ella se lo está negando. Es, como una bofetada. Pero lo acepta.


-Sí, todos somos diferentes, únicos, a nuestra manera. ¡Eso es bonito!


Marta entorna los ojos, y extiende las palmas de las manos.


-¡Ya empezamos con el discursito…! Si lo sé, no vengo.


-Ay, perdona mujer -le coloca una mano en el hombro, fijando la vista, de esa manera tan rara que tiene- ¡Que no quiero que te me aflijas aquí mismo, con el buen día que hace! ¡Hum…! -se hace la pensativa, con una mano al mentón, como una caricatura- Pues ahora que lo pienso, creo que después de hablar contigo voy a pintar este bonito parque. Que me he comprado unas acuarelas…


“No le importamos. Perfecto. ¿Pero, entonces, a qué viene todo esto de querer vernos? Menuda infantil”.


-¿Te está gustando Sofía? -la joven intenta cambiar de conversación.


-¡Muuuucho! Pero esperaba a que me la enseñáseis vosotras…


-Está la cosa como para… A ver si podemos enseñarte algo. 


-¡Sí, estaría bien! Que yo el búlgaro… ¡EHHH, JE JE JE JE JE! Cortito… No tengo aquí a nadie con quien hablar.


-¿Cuántos meses llevas aquí?


-Pues… -entorna los ojos, ladeando los labios a un lado- Unos… ¿Ocho meses? Desde que empezaste con el proyecto… ¿Cuándo me lo vas a mandar?


“Anda, la leche”. 


-Pues, pronto. 


“El trabajo que tenía que corregirme”.


-¿Dónde estás viviendo ahora? -desvía el tema.


-¡En Lyulin! -afirma convencida.


-¿Y no te has cruzado a Gospozha?


Se encoge de hombros.


-¡Si es que no sé quién es!


Marta saca su móvil, después de muchos días sin usarlo, y le enseña una foto.


Ella se acerca a la pantalla, y entrecierra los ojos.


-Hm… Dónde he visto yo a esa señora… ¡Ahh! ¡Pues del barrio! Creo que compramos en el mismo supermercado. 


-Está la cosa calentita… Bueno, no te preocupes, gracias. -se levanta del banco.


-Vale… ¡Pues nada, Martita, me alegro de verte! -se levanta también, recogiendo sus cosas.


“¡Eso es lo que le dice a todo el mundo!, decía Sofí”.


-Uy, esa cara… Estás pensando en Sofí.


-¿Cómo sabes que estoy pensando en ella? -responde molesta.


-Te conozco más de lo que crees -expresa con un semblante muy distinto al habitual. -¿Cuándo podré ver a tus hermanillas? ¿Cuándo podré ver a Sofí?


-Sofí no quiere verte.


-Pero yo sí. Así que dime día.


-No, así no.


-Tú misma -se encoge de hombros y cruza los brazos-. No pienso corregirte el trabajo. -concluye orgullosa.


-Sábado a las seis y media de la tarde. Calle Dimitar Hristov, blok 10, piso 4, número… Espera un momento. Tú has estado esta mañana… ¿Cómo has…?


Niña Grande se aleja, dándole la espalda.


-No eres la única que maneja información -y se marcha, inexpresiva. 


“Espera, ¿es esto un sutil aviso? ¿Sabe que intentaba sacarle información?”.


“Algo me dice que va a pasar algo raro”.





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