Un tropiezo

 Cuando Sofí despertó esa mañana, sin nadie más en la cama, decidió no preguntar por aquella desaparición. Simplemente, se levantó, se calzó el vestido y salió a dar un paseo.


-¡Me voy! -grita, con la puerta abierta. Y la cierra.


-Adiós… -contesto, fregando platos.


-¿Qué va, a darse el paseíto reflexivo? -pregunta Peričina, sentada en la mesa.


-Sí. Ya sabes que le gustan mucho.





De día soleado, Sofí fragúa en su cabeza muuuchas cosas, pues ya sabemos que su mente va a mil. Y piensa, y piensa, y piensa… “Y esto, y esto otro, y esto…”. 

Para a por un Chupa-Chups en un quiosco, y se va cerca del parque Vuzrazhdane. Estaba feliz, el día anterior había vuelto a recuperar parte de sus poderes. 


-¡VIVAN LAS FALDAS! -chilla en mitad de la calle, haciendo referencia a los ropajes folklóricos.


-¡Viva! -contesta un señor mayor.


La muchacha le responde con una sonrisa afable, y saluda con la mano.


Pero… ¿estaría pensativa por la desaparición de aquella enfermilla Estrella? Que no, que no, que ahora ella está dando su paseo. 

Las reinas también descansamos, ¿no?


Rechupetea su Chupa-Chups de fresa y nata. 

“Está muy bueno”- piensa.


Y, cuando llega a los bloques próximos junto al parque, em, bueno…


-¡HOLAAAA MARTAAA!


“Esta no se entera de cómo me llamo… Espera… ¿¡qué!?”


Abre los ojos como platos, y busca dónde esconderse, con miradas rápidas. Cabeza para aquí, cabeza para allá. Diablos, pero, lo primero de todo, ¿dónde está ella?


-¡EHH! -Niña Grande aparece a pocos metros de ella, en un nivel de suelo más bajo, pues está en la zona de patio interior, y Sofí en los aparcamientos.


Niña Grande coloca sus manos en jarra.


-¡Quéeee pasaaa! ¿No me dices nada? ¡Mujer, qué difícil es encontrarse contigo últimamente! 


Seria como una piedra, Sofí la mira con soberbia, limitándose a devorar el Chupa-Chups, como la que está en el zoo.


Silencio, silencio…


Y echa a correr.


Niña Grande no parece tardar en comprenderlo. 


-¡Joooooooooooooooo!


Una sonrisa de maldad se dibuja en el rostro de Sofí, en sus labios color cereza, mientras corre como una bala.


Zapatea sobre la hojarasca, esquiva arbustos, y mientras se siente orgullosa de su hazaña, misteriosamente tropieza, abruptamente, de boca.


-¡AY! -mira el suelo aterrorizada, y se recoge rápidamente.


Sabe que no ha sido ella. Una fuerza externa ha hecho esto. 


“Tiene que ser un campo electromagnético de alta frecuencia, no puede, no puede ser otra cosa…”


Cuando parece que seguirá corriendo, firme y desafiante comienza a hacer el camino hacia atrás.


No tarda en encontrarla, a metros de distancia, pero los suficientes para poder verle bien la cara.


-¿Has sido tú?


Niña Grande mira al suelo, meneando la cabeza, de manera lastimera.


Los ojos de Sofí se tiñen de fastidio y respeto, por lo que, con un taconazo, se impulsa y huye despedida, al aire, volviendo a casa a su antigua usanza: Planeando por los tejados de Grad Sofiya.









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