Los ojos no engañan
-Eran los mismos ojos-.
Peričina parecía que no iba a volver pronto, pero eso era bastante imprevisible. Hoy es un día de esos que ha aparecido, ha venido a saludarnos. Estamos en una taberna, con algo de ambiente pub, las mesas son de madera, y ella, ya borracha, con el mentón pegado a la mesa.
Hacía aspavientos y se movía patosamente, pero ya sabéis como es Peričina, y si no lo sabéis os lo vuelvo a explicar: Ataviada de ropajes serbios, de carácter temperamental, alegre, jovial, intenso, amante de la música, bailarina, bebedora, fumadora y con dotes sociales. Ah, sí, y algo agresiva.
-Eran los mismos ojos.
-¿Qué ojos? -preguntamos las otras tres.
-Los mismos ojos… -entrecierra los suyos, y comienza a aspavear los brazos, teatralmente, por los efectos del alcohol- La tuve en el bar, enfrente… Yo la miraba… Podía reconocer esa mirada, yo la he visto en otras partes…
-¿Y qué hacías tú en el bar con Niña Grande?- pregunto.
Sofí finge no estar especialmente interesada, pero es evidente que está atenta.
Peričina mira hacia nosotras. Sus labios rojos y su corona de trenzas la hacen ver sumamente atractiva, a la par que folklórica.
-Hacer el trabajo que no haces tú.
-¿Y cómo lo hiciste? -Sofí parece no concluir su pregunta- Es decir, ¿cómo pudiste infiltrarte socialmente?
-Haciendo el trabajo que tampoco haces tú.
Sofí parece recibir ese dardo, pero se limita a apretar el mentón y callar.
-El caso, mujeres mías -coloca sus manos, abiertas, a ambos lados de la cabeza, como si de una gran visionaria se tratase- Lo ví... Lo ví. Es esa mirada redonda, la he visto en otras personas... Ya sabéis, como el tío este que salió de Estrellita número no-se-cuál… O Gospozha…
Sofí parpadea. Algo centellea en su mirada. ¿Qué, qué se le ha pasado por la cabeza?
¡Aquí están todas locas!
-No entiendo -respondo impaciente a nuestra prima.
-Bueno. Os estoy diciendo lo que vi. Ah, y parece que no sabe, pero sabe mucho.
-¿Qué quieres decir con eso, Peričina?
Se acerca mucho a mí, sin entender de límites físicos, por lo que siento su aliento a alcohol.
-¡Que nos ha pillado, Marta de Alfaro! -me echo hacia atrás- ¡Que nos ha pillado! ¡Que sabe de qué vamos!
-¿Y de qué vamos? -pregunta Sofí, agresiva.
Peričina tuerce el cuello hacia ella. Sí, como lo oís. Es brusca de narices. La mira callada, dominante.
-Eso pregúntatelo tú a ti misma.
-Oy… -expreso a modo de queja.
-Chicas, perdonad que os interrumpa -la joven Treceañera ya va apuntando maneras y actitudes, pues es de nuestra casta y aprende rápido, pero se ha mantenido todo este tiempo callada, escuchando. Solo con nosotras puede sentirse cómoda. Siempre se llevó mejor con chicas mayores que ella. -Em… Aún no me habéis explicado quién es Niña Grande.
-¡Válgame! -exclama Peričina- ¡Cómo lo vas a saber! ¡Si eres muy joven todavía!
-Peričina, cállate -ordena Sofí, con sus trencillas bien puestas.
No obstante, Peričina sigue.
-¡Pero si no has conocido todavía ni a Gospozha!
-¡Peričina, he dicho que te calles!
-¿Pero tú que quieres, pelea?
-¡Claro que se quién es Gospozha! -Treceañera se levanta de la mesa, alterada, pero yo la tomo de la muñeca para que se siente, y le digo con voz calmada:
-Tranquila, mañana por la mañana te explico quién es Niña Grande.
-¡Es una Criatura Espejo! -responde Sofí.
-¿Y qué es eso de ser una Criatura Espejo? -Treceañera va a sacar su libreta, pintorreada de dibujos, para apuntarlo todo.
-Pues, pueees… Es como… Cuando te ves reflejado en otra persona. Dios te las manda para conocerte mejor a ti misma. Y, esa persona, también se conoce mejor a sí misma, gracias a ti.
-Oh, qué interesante -fascinada, apunta.
-No podría estar mejor explicado, Sofiiska zhená. -responde la serbia a su prima vestida de la región Sofía-.
-No te burles de mí- se cruza de brazos.
-No me burlo. ¡Los ojos, los ojos mozuelas, los ojos no engañan, son el espejo del alma! Mirarlos es enfrentaros a vuestro abismo, el Abismo más absoluto… Lo desconocido, el miedo… ¿Qué somos nosotras? ¡Venga, Sofí! ¿De qué vamos nosotras?
Treceañera interviene, en defensa de Sofí.
-De chicas raras a las cuales nadie entiende. A mí por lo menos siempre me dejan apartada. Yo en el recreo no puedo ser nadie, me escondo en la biblioteca a dibujar manga, para no pasar vergüenza y que se rían de mí. Bastante tengo ya en los pasillos y las clases.
Mira a Sofí, y se sonríen tiernamente, cómplices.
-Eso ya ha pasado de moda -Peričina pone las manos sobre la mesa- Vamos a ver, Marta de Alfaro y de Martín, hija de cristianos dudosos, tú que piensas al respecto.
-¿Cristianos dudosos?
-Seguramente seamos de sangre más judía que otra cosa. El precio a pagar por ser todas de España. ¡Menuda vergüenza, eeeehhh! -se echa a reír. -¿De qué vamos, Marta de Alfaro y de Martín?
-Pues todas somos la misma cosa y decidimos ramificarnos entre varias facetas nuestras.
-¡Perfecto! -golpea la mesa efusivamente y todas nos asustamos. -¡Una cerveza para esta señorita!-.
-¡No, no! Deja, deja…
-Pues un chupito, una copa, ¡algo!
-No, no...
-A ver mozalbetas, lo de Gospozha sucedió hace tropecientos años. Pero lo de ayer me recordó a esa vez que a esta y a esta -señala a Treceañera y a Sofí- las abrazó y les dijo: “Ayy, sí, os tengo mucho cariño...”.
-¿Eso cuándo? -pregunto yo, algo exasperada.
-Hará como diez años, ¡yo que sé! Pero... Yo las veo frescas como una rosa, parece que fue ayer.
Silencio en la mesa.
-Bueno, ¿qué? -toma su móvil y se lo coloca en la oreja -¿Le decimos a Niña Grande que venga?
-¡NO! -gritamos todas al unísono.
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