Niña Grande hace su aparición

(Notas del Autor antes de la lectura: Mujer-niña no es ningún personaje de la psique de la autora del blog, es externo, y no representa ningún arquetipo, es una persona completamente real). 


Trenes largos. Bosques frondosos. Montañas verdes. Tú. Tú… Espera, ¡¿tú?!


-¡¡¡Que haces aquí!!! - grito con todas mis fuerzas. 


La fiebre me ha hecho efecto, y las trenzas relampaguean de furia.


-¡¿Qué haces aquí?! - repito con la misma intensidad. - ¡Responde, hostia!


La niña-mujer, frente a mí, sentada tras una mesa, agacha la cabeza, quizás avergonzada, quizás abochornada.


-¡Te estoy preguntando que qué haces aquí! ¡¿No hablas o qué?!


-Perdón, yo sólo quería…


-¿Que querías qué? ¡Nadie te ha dado permiso para estar aquí!


De repente, Marta me toma de la muñeca. 


-Déjala - me dice - No la culpes. No tiene ninguna mala intención.


-¡Me da igual, te voy a matar! ¡TE VOY A MATAAAR!


Marta me inmoviliza, me toma de los brazos, tirando hacia atrás. La niña-mujer, o la mujer-niña, llamémosla la Niña Grande, nos mira temblorosa, tal vez a punto de llorar, no lo sé. 


Parece asustada.


-Vamos, Sofí, tranquila, ella no va a hacernos daño.


-¡Nadie le ha dado vela en este entierro! - señalo a Niña Grande - ¡FUERA! 


La niña-mujer sigue sin responder.


-¡Por favor, para!


-¡No quiero! ¡Nooo! ¡Que se tiene que iiir…!


-Por Dios, Sofí - Marta me toma de los hombros, y quedamos cara a cara, clavando nuestros ojos - Sofí… Escúchame, por favor … - comienza a susurrar - Tienes que parar con todo esto.


-¿Por qu…?


-Porque ella no está bien, Sofí, ¿no lo ves? - La Niña Grande sigue mirándonos, con la boca entreabierta y los ojos acuosos - ¿Es que no lo ves? Acepta el Espejo.


-¿Qué Espejo?


-¡Es nuestro reflejo! Deja de insultarla, no la culpes, ella no está bien, ella ha pasado por cosas muy duras, Sofí, tal vez muy similares a las tuyas.


Miro por encima del hombro, con un gesto amenazante.


-Yo no quería… - comienza a decir Niña Grande, a modo conciliador.


-¡CÁLLATE!


Siento un fuerte tirón en el brazo.


-Te la estás ganando, Sofí, por favor, para. Tengamos paciencia con ella. 


-¿Por qué no me dijiste que se metían contigo en el colegio? - le increpo a Niña Grande.


-¿Qué? ¿Quién se metía…? - responde con un nudo en la garganta.


-¡Sofí, por Dios te lo digo, para esto, por favor! No es responsabilidad nuestra, ¡eso tiene que hacerlo un terapeuta!


-¿Por qué no desarrollas hacia nosotros la misma empatía que te hubiera gustado a ti recibir? - sigo incriminando.


-¡Vamos, vámonos! - tira de mi brazo.


-¿Qué…? - es lo único que la mujer-niña logra responder, volviendo a agachar la cabeza, con mirada deprimente y mirada húmeda, para poder sumirse en sus pensamientos, para volver a fingir que todo está enérgicamente bien. Quizás no en ese momento, pero sí dentro de poco.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Pueden los recuerdos traspasar el pecho como un puñal?

Una reflexión

Bollitos de canela, fiebres y un hospital