Gospozha
Nota del autor: “Gospodin” tiene tilde en la segunda o, y en la tercera también, va variando a gusto del lector, alternando entre la pronunciación serbia y búlgara. Significa “señor”.
“Gospozha” es pronunciada la “zh” como una “j” francesa, es decir, como “bonjour”. Significa señora.
-¡Gospodin y Gospozháaaaa!
-¿Qué dices?
-¡Gospodín y Gospozhá! - dice Sofí, subida a un banco, o un montículo, no sé dónde está subida. Tiene una mano a modo de visera, y abre la boca mucho, mucho, sus labios rojos como la cereza, es plena primavera y el vecindario comunista está tranquilo. Pero yo sigo con mi abrigo, yo sigo de invierno.
Lo que iba diciendo. Coloca sus manitas alrededor de la boca, que abre mucho, y…
-¡GOOOSPODÍIIIIN!
-¡QUÉ HACES! - grito exasperada, le tiro fuerte del brazo y la bajo del sitio, pero ella parece resistirse.
-¡Ehhh, qué haces! Déjame llamarles, ¿quieres?
-No, no… - meneo la cabeza. - Y ni siquiera están ahí - señalo la vereda de tierra sin asfaltar. - ¡Aquí no hay nada, Sofí! Sólo están los matojos verdes y nosotras… - miro al alrededor - Y los edificios… ¿Y tu amigo Estrellita?
Ella vuelve a subir donde estaba, ayudándose con mi brazo, quedando a cabeza y media de mí.
-Se ha muerto - dice impasible.
-¿Qué?
-¡Eeees broooma! - dice de manera infantil.
-Tenemos que hablar de Estrellita.
-No, no, tenemos que hablar de Gospodin y Gospo…
-¡No quiero hablar de esa gente! - aprieto los puños, indignada.
-¿Quéeee…? ¿Por qué nooo…? Siempre tenemos que hablar de lo que tú quieres… - “Zorra…” piensa Sofí.
-¿¡Qué has dicho!?
-¡N-nada…! E-es que…
-Somos la misma persona y no puedes ocultarme lo que piensas. Insultarme a mí es insultarte a tí.
-Ya.
-Ya, pero tú quieres salirte con la tuya.
-¡ESTÁ AHÍ! ¡GOSPOZHAAAA!
-Sofí, cierra la boca.
-¡GOSPOZHAAA!
-¡Sofí, deja de llamar la atención!
-¡GOSPOZHAAA!
-¡Pide cariño en tu casa!
-¡Ya me lo dan! ¡GOSPOZHAAA!
-Sofí, ¡no hay nadie! - extiendo el brazo hacia delante, pero, cuando, cuando, cuando… Cuando miro… Yo, yo…
No está lejos, pero está ahí, a dos metros de mí. Pero, a mí me parece que está mucho más cerca. Sus ojos, como olvidarlos. Esa ausencia expresiva que me producía miedo. Su piel pálida, su nariz grande, su longevidad. ¡Eres tú! Pero el miedo ahora solo es circunstancial, ¿no?
Pero…
-¡GOSPOZHAAA!
Sofí baja del montículo y va a recibirla.
Gospozha se muestra abierta, haciendo gala de sus muecas más extrañas. ¿Qué opinaría Estrellita de todo esto? Es su Estrella Guardiana y no está aquí, protegiéndola. A no ser que no sean compatibles Estrellita y Gospozha, por las líneas de tiempo.
Pero, entonces… ¿Qué hago yo aquí?
Gospozha habla, habla y a mí me da miedo. Su voz, que parece cándida, puede transformarse en otra cosa… Ya… Bueno, me preocupa más Sofí, y a mí qué.
Gospozha habla, ríe, escucha a la efusiva Sofí, que ya está poniéndose bastante pesada para mi gusto. Gospozha la atiende bien.
Pero, de repente…
-No seas pesada - dice en acento búlgaro - ¿No te cansas de hablar tanto? Me voy, tengo cosas mejores que hacer, adiós.
-¡Serás zorra! - le espeto.
Sofí permanece en shock, en completo silencio. Mira hacia el suelo.
Gospozha se dirige hacia mí, siempre con esos movimientos tan lentos, probablemente por efectos secundarios de alguna medicación.
La verdad es que siempre fue rarita. A mí me recuerda a Niña Grande que, por cierto, no sé dónde está. Aunque ahora poco me importa esto.
-¿Y tú quien eres? - espeta con un marcadísimo acento búlgaro, y saca un cigarrillo, que se enciende, toma una calada y expulsa el humo por la nariz.
-¡Lárgate, le has hecho daño!
-Tengo cosas mejores en las que pensar - dice dándole una calada - Y eres una maleducada.
Aprieto los labios. Aunque tenga razón, algo en ella sigue sin convencerme.
-Lárgate. Por favor - señalo con un dedo a ninguna parte - Por favor. Nosotras ya tenemos lo que queremos, así que déjanos en paz.
Ella da otra calada, suelta el último atisbo de humo de su boca, lanza el cigarrillo hacia el suelo en un gesto de marcado desprecio y, a modo de burla, espeta.
-Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer.
-Dos mil quince ya ha pasado. Deja de comportarte así y no trates así a la gente. Y menos a ella - señalo a Sofí, que parece mirar apenada la situación, cabizbaja.
Parece estar a kilómetros de la discusión.
Gospozha mira de soslayo a Sofí, sin atisbo del aprecio que mostraba antes en su totalidad.
-Bueno, cuando vayáis a echarle la culpa a-a-a alguien, -una pausa, intentando encontrar las palabras en un castellano que no domina del todo- ella se lo buscó.
Me mira. La miro fijamente. Soy adulta. No puedes hacerme daño. Ahora no.
Ella se gira con una sonrisa hacia Sofí.
-¡Adiós! - se despide como si nada hubiese pasado. - Tengo que irme.
Sofí muta el semblante, asombrosamente rápido.
-¡¡¡Adiós Gospozha!!! - corre hacia ella y le da un abrazo.
Les doy la espalda, pasándome el cabello a un lado, reflexiva, deseando que aquella situación acabase.
Gospozha ha desaparecido.
Miro a Sofí.
-¿Has visto cómo te ha tratado?
-¡Baaaah! - dice especialmente efusiva, y suelta un aspaviento - Todos tenemos nuestros momentos y nuestras cosillas…
Pero, en su aparente despreocupación, decido dejarla estar para, en su soledad, acurrucarse, lejos de toda visión, y poder sollozar amargamente.
Al día siguiente
-¡No por favor, no por favor!
Sofí está tras la puerta. He tenido que encerrarla, con todo mi dolor, pero es por su bien. No para de llorar y apenas se la entiende.
-¡Por favor, déjame verla por favor! - sigue golpeando la puerta - ¡Por favor, por favor, por favor…!
Yo, al otro lado, de brazos cruzados, siento cada golpe con los ojos cerrados.
-No puedes verla.
-¡Por favor, por favor! ¡Por favor…!
-No.
-¡Es lo único que tengo! - y rompe a llorar más.
-¡Sofí, es una puta zorra! ¡Que está loca y toma antipsicóticos! Por favor tú, por favor tú, hazme caso a mí.
-¡Por favoooor!
Ella permanece así un rato, golpeando, pero cesa y sólo se escuchan los lamentos y sollozos. Está totalmente destrozada. Y yo la comprendo. Mucho.
Pero también comprendo lo que es bueno para ella.
-Estrellita - Estrellita, la Estrella Guardiana, se presenta - Entra ahí y consuélala. Hazle compañía. Tú sabes que contigo siempre está bien.
-¡Eso está hecho!
-Gracias - inclino la cabeza a modo de agradecimiento, y él me devuelve el gesto.
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