Treceañera hace su aparición


Todo es difuso, hace mucho tiempo que todo es tan difuso… Alguien parece bailar a la orilla de un gran charco, baila con alguna música en su cabeza, sí… Yo creo que puedo oírla. Sofí se balancea animadamente, sin intención de hacer una coreografía perfecta… Pero esa Sofí se convierte en la flequilluda de trece años, y la flequilluda baila, y luego vuelve a ser Sofí, y luego otra vez la flequilluda de aparatos…


-¡SOFÍIIIII!


Marta la púber, la que aún no sé ni cómo calificarla -pues ha llegado así, sin más, repentinamente- se abalanza sobre Sofí y la abraza. Yo estoy intentando comprender cuál es la diferencia conductual entre ambas.


Sofí se muestra un poco abrumada, tiene la cara rígida. A ver, que Sofí no tuviese habilidades sociales creo que ya lo sabíamos todos, pero que tuviese que encontrarse con su joven amadrinada, sí que da mucho que pensar.


-¡Hola…! -consigue apenas responder- ¿Cómo estás? Me alegro de que por fin hayamos podido conocernos -dice juntando manitas. Me mira de reojo, aterrorizada.


“Sí”, asiento, “tienes que fingir todo lo que ella cree que eres, al menos por ahora”.


“¡No quiero!” -la siento gritar.


-Pues… -prosigue Sofí- Esto es lo mejor que podría haber estado pasando, ¡sí! -alza los brazos.- Porque soy tu hada madrina -guiña el ojo como un dibujo animado.


-¡Eres mi ídolo! -sonríe la treceañera, en una mueca extraña, y riendo raro. Parece muy sobrepasada y tiene la cara roja.- ¿Puedo abrazarte otra vez?


-¡Claaroo!- Sofí extiende sus bracitos y ambas se abrazan, pero con vergüenza, aunque Sofí parece querer ser generosa con la nueva anfitriona. SU nueva anfitriona.


-Mi-mira, te he traido unos dibujos, los he hecho todos yo -abre su carpeta pintorreada de mil cosas indistinguibles, y de estas saca folios. Treceañera parece no darse cuenta de que estoy aquí. Pero vamos, tampoco es que haga mucha falta.


Observo mientras a Sofí. Tiene ahora las manos tras la espalda. Espera… ¿Eso es sangre? ¡¿Y esos rasguños?! ¿Se está autolesionando de los nervios? 


-La madre que te parió -murmuro alterada, metiéndole un manotazo a las manos. No sé de dónde saca las uñas, si las tiene todas horriblemente mordidas.


-Mira -treceañera sonríe. Es muy pánfila, sí, pero la comprendo -Aquí, y aquí, y aquí también estás tú… Estoy un poco loca, pero es que me acuerdo mucho de tí.


Sofí los toma, y los mira con detenimiento, interesada.


-Sí… Están muy chulos… Aunque ese no es mi traje exacto -le meto una patada- ¡Aaay! Hmm… Recuerdo cuando yo también hacía estas mierdas.


-¿Estas qué?


-Estos dibujos, digo -se los extiende.


-¡Ah, no, no, son para ti!


-Ah… ¿para mí?


-Sí… -su expresión se vuelve grave- No me los rechaces. Bastante tengo ya. -¿Bastante tiene ya?


-Oh, sí… -agacha la cabeza- Gracias…


-De nada Sofí -sonríe- Por ti lo que sea.


-Qué temperamento, pensaba que yo era la única loca aquí. Bueno, y esta puta también -me señala.


-¡Sofí! -le chillo desde mi elegante abrigo.


Treceañera no sabe si encontrarse más sorprendida por el repentino cambio de Sofí o por mi presencia, en la que hasta ahora no ha reparado.


-¿Y tú quién eres? -dice cerrando los elásticos de su carpeta otaku.


-Yo soy Marta de Alfaro. Tu futuro.


-¿Mi qué?


-Otro día de lo explicaré.


-Ah -ríe suavemente, como una adolescente tonta que es- Vale, vale, perdona, es que… ¡Ayy, es todo tan raro! -se tapa la boca, haciendo una carcajada rara.


Luego se queda callada, mirando a su alrededor.


-¿Puedo quedarme aquí?


-No -le digo- Sólo puedes estar aquí de visita. Ya te tocará…


-Por favor, no me dejéis sola… En el instituto me están pegando y sois mis únicas amigas.


Sofí y yo nos miramos, y nos apartamos para discutirlo.


-Cuando tú estuviste en su lugar… ¿hace cuánto que fue por cierto?


-Hace trece años exactos. - comenta haciendo semicírculos en la tierra con un piececillo. Me recuerda a los hombres cuando se hacen los interesantes fumando un cigarro. Esa es la actitud que tiene ahora mismo. Y otras muchas veces.


-¿Trece años? No me salen las cuentas…


-Tengo veinticinco -me mira fijamente.


-¿Veinticinco? -caigo en un vacío desolador de incomprensión.


-Yo soy un ser atemporal y adimensional, pero hay cositas pendientes y también manejo tu parte. -comenta sin expresión alguna-. También soy tu futuro, yo tengo tus veinticinco.


-¿Eres mayor que yo? 


-Haz cuentas.


-¡Pero si eres muy inmadura!


-Sólo cuando me apetece -hace muecas con el labio- Te recuerdo que soy un fantasma, soy Sombra. Hago lo que me parece y soy tu retaguardia y tu sótano, pero también tu desván de recuerdos, y tu oráculo, y también…


-Vale, vale, suficiente. ¿Cuánto tiempo te quedaste aquí con su edad, con trece años?


Ella entorna los ojos, pero no parece recordar.


-Sería difícil de describirlo… Entre cinco meses y tres años.


-¿Qué? No puede estar tanto tiempo aquí.


-No lo tiene fácil -me toma de los hombros- Nosotras hemos pasado por lo mismo que ella y con las mismas personas… Hemos sido ella. Le van a seguir insultando y pegando igualmente. Todo lo que podemos hacer es que venga a saludar de vez en cuando. ¿Sí? Hay mucha Sofía para nosotras tres. Así que no te preocupes -se gira hacia ella- ¡Sí!



Pasado presente futuro


Pasado presente futuro


Pasado presente futuro



Grad Sofiya. Y Yo.


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