Fresas, frambuesas y aceitunas.
Ahí está Sofí, detrás de intentar hacerse amiga de hombres solitarios, tímidos, hombres que, sencillamente, son incapaces de hacer amigos, hombres que... Bueno, en definitiva, ese lado del mundo al que Sofí, es capaz de acercarse, pues con el otro lado, con mujeres...
Claro, mira, ¡ahí hay un grupo de mujeres!
Sofí se esconde tras los arbustos. ¿Qué pasa? ¿Te cabreas, eh?
Sin embargo, no es que hoy sea de esos días en los que Sofí está especialmente infantiloide, o especialmente insoportable, o repelente, o insensata, o aventurera...
No, hoy es de esos días raros, en los que está reflexiva, contemplando algún vacío lugar, serena.
Dos trenzas me dan la espalda, de brazos cruzados, amplia camisa blanca, ribeteada de decoraciones de la zona... La zona, sí, la zona... Observa el verde que separa los confines del barrio comunista Lyulin -por si no os había quedado claro dónde estábamos, que siempre lo repito- y el vasto campo de naturaleza salvaje, desprovista de una mano adulta. Desprovista de amaneramientos. Verde silvestre, verde alto.
¡Y la montaña! ¡La planina! ¡La planina, Sofí!
-Sofí - tiendo mi mano y la poso sobre uno de sus hombros. -¿Qué haces aquí? - pregunto amigable.
Ella no parece ni agobiada, ni excesivamente pensativa. Tiene el rostro relajado.
-Ahora entiendo algunas cosas, ¿sabes?
-¿Cosas como qué?
-Nikola. Sobre Nikola -se gira hacia mí, pero vuelve a mirar hacia Vitosha, la gran montaña de terciopelo- A ver... No sé... Tengo perspectivas de adulta. Estoy dándome cuenta de muchas cosas, o al menos ahora abro más los ojos.
-¿Sobre qué? -pregunto interesada.
-Pues... Que él se encontraba igual que mí. Exactamente igual, me atrevería a decir. Él, él era frívolo, vivaracho... Siempre alegre... Vacilón... Muy inteligente... Y es que entre frase y frase, me hacía ver que estaba sólo... Expresaba con eufemismos, y mecanismos de defensa, cosas como: "Nadie se sienta conmigo en clase, soy demasiado guay para ellos", o... "Sí, hoy he estado sólo en el patio del recreo...". No lo recuerdo muy vívidamente, pero sí es verdad que estos detalles sí que estaban... No sé, parecía tener esa actitud evitativa de "no es para tanto, puedo con todo", pero claro, tú nunca sabes lo que hay detrás... Pero también tiene su punto de maravilloso, ¿no crees? -se gira hacia mí seria, con los ojos grandes y redondos.
-¿Maravilloso exactamente el qué?
-Esto - señala convencida la gran extensión de césped salvaje - La naturaleza divina y pura de cada uno de nosotros. Nosotros, lo que queremos ocultar de nosotros. Creo que lo que más rechazamos es, precisamente, lo más precioso. Eres tú, soy yo, somos todos. Somos así, somos eso. ¿El qué? No lo sé, pero existe, está ahí, y no es ni bueno, ni malo. Simplemente, es. Es una lástima, parezco una recolectora de facetas que los demás amigos desechan, pero son las que yo más valoro. Me gustan cuando no hacen "el bien", cuando no son tan "estupendos" ni tan "aceptables". Eso los hace supremos, los hace gotas de oro, los hace amor, los hace ellos. Es difícil de explicar -frota las yemas de sus dedos, pensativa- Pero, ahí también reside la magia. En no poder explicarlo pero, sobre todo, en tampoco necesitarlo. -me mira- ¿Sabes?
Tiene una rosa roja coronando un lado de la cabeza.
-Sí, sé.
-No te queda mucho tiempo.
-¿Qué?
-Somos. Soy. No hay ni un tú ni un yo. He venido a rescatarte.
-A veces... -argumento a esto último.
-Sí, a veces, a veces... -mira hacia la montaña- A veces yo también pierdo el norte y no te veo. Son cosas del pasado. Lo siento.
-No pasa nada.
"¿Dónde estarás, Nikola...?" - piensa para sus adentros.
-Oye, Sofí, ¿sabes algo sobre Estrellita?
-¿Sobre qué? -cuestiona agria.
-Sobre Estrellita.
-¿Qué le pasa a Estrellita?
-Estrellita es, es...
-IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Estrellita irrumpe y una dulce música nos acompaña. Dulce y serena, dulce y bonita. La atmósfera se vuelve agradable, pero Sofí incrimina con un dedo.
-¡Estrellita, qué haces aquí! ¡Fuera vamos!
Estrellita se lamenta y se retuerce en el aire, a modo de súplica.
-¡Lárgate, no ves que estoy hablando!
Yo miro la escena algo impactada. ¿Sofí, dura, con Estrellita? Hace mucho que no la veo así de temperamental.
-¡Largo...!- dice dando palmadas, con un tono cantarín pero irritante.
-Sofi, creo que Estrellita tiene algo que decirte.
-¡No tiene que decirme nada! ¡Deja de dar la murga y vete, vamos!
Cabizbajo, Estrellita se marcha.
-Sofí... - le suplico.
-No, no quiero saber nada y mejor no saber. Últimamente está caprichosa y muy rara.
"Habla en femenino, parece que no tiene remota idea de nada".
-Está todo el día pendiente, no me deja en paz. -Extiende las palmas de las manos hacia arriba, a modo de declamación- Quiero hacer esto, no lo hago, ¿quiero hacer esto otro? ¡No puedo, no me deja, no me deja meterme en nuevas aventuras por la ciudad y los alrededores! ¡Que si es peligroso, que si esto, que si lo otro! ¡Anda, anda! - hace un aspaviento-. Suficiente bien hace su trabajo, que me deje en paz.
-Sofí...
-Muchas "madres" tengo ya.
-Sofí...
-¡Qué!
-Ella, eso, él no es...
-Que no es qué.
¡PUUUUUUUMMMMMMMMM!
Una explosión sacude el barrio de Lyulin. La luz del Sol ha desaparecido repentinamente. Es de noche, y lo único que nos ilumina, es el fuego que emana dentro del barrio y que asciende hacia el cielo, un fuego azul, níveo. Se extiende hasta las nubes, que parecen rugir, pronosticando una tormenta. Las calles siguen vacías, y el barrio no parece haberse inmutado...
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