Un rifle y una batalla pokémon

 -¡Ya está bien! - dice paseándose de un lado a otro, sobre una tarima, con las manos enlazadas en la espalda. -No podemos consentir que se nos siga tratando así, ¡de esta manera, de este modo! Como queráis llamarlo…

Treceañera y yo, sentadas, la observamos, mirando hacia arriba todo lo que nuestro cuello nos permite.

-Pero Sofí… 

-¡SILENCIO! - Nos estremecemos del susto, ciertamente encogidas. Hasta sus taconcitos suenan furiosos -Aquí se hará lo que yo diga. Estoy harta. Que si Sofí por aquí, que si Sofí por allí… ¡BASTA!  No olvidéis que soy un producto vuestro y vosotras me habéis convocado. Estoy hecha de materia de las dos. Yo tomaré las medidas en el asunto.

Como sargento que parece, nosotras callamos y obedecemos.

Es jueves, por la mañana. El sol luce, el descampado es amplio, y hay edificios nuevos y pintados por alrededor. Sí. 

-Sofí qué vas a…

Detenida ante el espacio abierto, observa a Niña Grande, quieta, al otro lado. Quedan frente a frente, y aunque la distancia sea lejana, sus miradas lo dicen todo. Es una afrenta, de esas como Dios manda. De esas que se miran fijamente y apenas pestañean. Niña Grande parece desafiar, pero sólo para sentirse protegida y poder defenderse. Aunque Niña Grande también tiene de las suy…

-Te vas a enterar, puta… -Sofí, inesperadamente, carga un rifle. Es poderoso, completamente negro, casi que ni podrá con él. Sofí apunta.

-¡SOFÍ, QUÉ HACES! ¡SOFÍ!

Treceañera y yo forcejeamos con ella. Treceañera me ayuda.

-¡QUÍTASELA, QUÍTASELA!

Niña Grande abre mucho la boca, aterrorizada, y sale disparada hacia el suelo. Rueda con presteza y, cayendo de boca, parece escabullirse debajo de un seto, como si fuese un gato.

El rifle dispara al aire, Sofí cae hacia atrás.

La tomamos de las axilas. 

No parece decir nada, ni quejarse, ni…

Observo una mancha roja en su cuello. Todo sucede muy rápido. El origen, el origen… Está en el pecho, está ensangrentándose cada vez más.

Treceañera sólo abre la boca y está asustada, atentiendo a mis órdenes. Parece ponerse blanca.

-¿Cómo demonios te has dado? -apenas puedo levantar la voz del estupor. 

¿Cómo demonios se ha disparado? El rifle apuntaba al cielo…

-No hacen falta armas para sufrir… -contesta, con la mirada vacía y perdiendo el conocimiento. 


Me incorporo rápidamente, con demasiado pelo suelto para mi gusto. Trastornada, comprendo que estoy en mi habitación. Me levanto rápido de esta… ¿Extraña siesta?, y busco a Sofí. Una música de fondo proviene del salón. Es Chirayliq, de tradición centroasiática. 

Abro la puerta y la melodía lo inunda todo. Sofí está completa, y bailando al son de la música, moviendo los hombros al estilo de la zona, hacia arriba y hacia abajo, con ciertos meneos de cabeza, brazos extendidos y pies de puntillas.

-Sofí.

-Quép.

-¿Qué has hecho?

Deja de bailar y me mira pétrea, con los ojos abiertos.

-Nada.

-¿Cómo que nada?

Se encoge de hombros y sigue bailando.

Salgo del salón, cierro la puerta tras de mí. Necesito descansar, pero creo que sin dormir más. ¿Dormir? Nunca sabré qué fue aquello.









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