Te piden el cuaderno en plena Secundaria (ESO)
Sí, es verdad. Yo ya estoy harta, pero más que harta.
Ellos, aquellos seres a los que debemos llamar profesores, siempre, pero que siempre siempre siempre, se dedican a insultarnos y a lanzar plegarias al cielo. Encima de que venimos obligados a estudiar, (yo me dedico a dibujar, bah) durante seis horas por las mañanas, con una mísera media hora para comerte el bocadillo a toda prisa, no vaya a ser que lo tires a la basura, teniendo hambre, pues no te dejan comer en el aula.
Pues bien, las peticiones que más le ruegan al señor son dos:
Que hablamos mucho.
Que nos comportamos como niños pequeños.
Me voy a centrar en la segunda. Quiero que leáis la frase otra vez, las veces que sean necesarias, y que reflexionéis.
Bien, ahora decidme, querido público: ¿Podéis imaginar una situación de alumnos de un instituto de catorce años? Los mayores, ¿cómo funcionaba vuestra relación con vuestros compañeros? Supongo que si no habéis echado algunos gritos de euforia y felicidad entre clase y clase, yo os lo digo bien claro.
MUEBLES. Alumnos muebles. Esos, esos son los que interesan.
Y ahora bien, ¿a qué viene todo esto para un cuaderno? Bueno, ¿os parece de niños grandes darle el cuaderno a la seño para que te diga lo bonito o lo feo que está, y que tu higiene pueda llegar a jugarte la nota?
Pues eso nos hacen a nosotros, para que luego digan que nosotros nos comportamos como bebés, y ellos acaban siendo o militares, o profesores de magisterio con los alumnos.
Mi profesora de Lengua, la que por cierto tiene un blog súper cutre y aburrido sobre la sintaxis, realiza este ritual. Va llamando a gente y debes pasar por su mesa, mientras pone cara de asco a cada palabra escrita en tus folios. Luego, si no le ha parecido bien, no se limita a un "desordenado".
¡Ni mucho menos!
A mí me ha escrito de cabo a rabo una palabra súper bonita para una chica que intenta aprobar, y además muy apocalíptica, nada mal:
Ya lo véis... Tan sólo por repetir el mismo número en la enumeración de páginas (enumeración de páginas, que universitario) y por no respetar los márgenes.
De hecho, el año pasado, que incluso usé la regla para los análisis de oraciones, mostró mi limpio cuaderno a toda la clase, con un imperial: "Esto que os sirva de ejemplo para lo que no hay que hacer".
Y Agnes, con la cabeza bien alta, le dice que aquello es una barbaridad.
Hay muchíiiiiiisimas cosas más que contar sobre esto, pero en fin, no merece gastar más energías en algo que he dejado bastante claro.
Escribo estos posts con toda la rabia en mi ser, porque sé que más de uno, fuera de mi país, fuera de mi continente, se sentirá identificado. ¿Sabéis por qué?
Porque la educación escolar no tiene naciones. Y tampoco la educación como persona.
Ellos, aquellos seres a los que debemos llamar profesores, siempre, pero que siempre siempre siempre, se dedican a insultarnos y a lanzar plegarias al cielo. Encima de que venimos obligados a estudiar, (yo me dedico a dibujar, bah) durante seis horas por las mañanas, con una mísera media hora para comerte el bocadillo a toda prisa, no vaya a ser que lo tires a la basura, teniendo hambre, pues no te dejan comer en el aula.
Pues bien, las peticiones que más le ruegan al señor son dos:
Que hablamos mucho.
Que nos comportamos como niños pequeños.
Me voy a centrar en la segunda. Quiero que leáis la frase otra vez, las veces que sean necesarias, y que reflexionéis.
Bien, ahora decidme, querido público: ¿Podéis imaginar una situación de alumnos de un instituto de catorce años? Los mayores, ¿cómo funcionaba vuestra relación con vuestros compañeros? Supongo que si no habéis echado algunos gritos de euforia y felicidad entre clase y clase, yo os lo digo bien claro.
MUEBLES. Alumnos muebles. Esos, esos son los que interesan.
Y ahora bien, ¿a qué viene todo esto para un cuaderno? Bueno, ¿os parece de niños grandes darle el cuaderno a la seño para que te diga lo bonito o lo feo que está, y que tu higiene pueda llegar a jugarte la nota?
Pues eso nos hacen a nosotros, para que luego digan que nosotros nos comportamos como bebés, y ellos acaban siendo o militares, o profesores de magisterio con los alumnos.
Mi profesora de Lengua, la que por cierto tiene un blog súper cutre y aburrido sobre la sintaxis, realiza este ritual. Va llamando a gente y debes pasar por su mesa, mientras pone cara de asco a cada palabra escrita en tus folios. Luego, si no le ha parecido bien, no se limita a un "desordenado".
¡Ni mucho menos!
A mí me ha escrito de cabo a rabo una palabra súper bonita para una chica que intenta aprobar, y además muy apocalíptica, nada mal:
-CAOS- |
Ya lo véis... Tan sólo por repetir el mismo número en la enumeración de páginas (enumeración de páginas, que universitario) y por no respetar los márgenes.
De hecho, el año pasado, que incluso usé la regla para los análisis de oraciones, mostró mi limpio cuaderno a toda la clase, con un imperial: "Esto que os sirva de ejemplo para lo que no hay que hacer".
Y Agnes, con la cabeza bien alta, le dice que aquello es una barbaridad.
Hay muchíiiiiiisimas cosas más que contar sobre esto, pero en fin, no merece gastar más energías en algo que he dejado bastante claro.
Escribo estos posts con toda la rabia en mi ser, porque sé que más de uno, fuera de mi país, fuera de mi continente, se sentirá identificado. ¿Sabéis por qué?
Porque la educación escolar no tiene naciones. Y tampoco la educación como persona.
Apretaba la mandíbula mientras escribía estas bonitas anotaciones. Se ve que estaba de mala uva. Como todos los días. |
ASI SE HABLA AGNES MALINOVA QUE SE ENTEREN LOS "MAESTROS"
ResponderEliminarCallate coño
Eliminarputa mamen
ResponderEliminarascaso rico a mamen y a sintaxis D:<
ResponderEliminarpa k quieres saber eso jaja saludos.
ResponderEliminarTe vas a poner en la calle a hacer analisis sintacticos o q ase ?
asi se habla AUSSY
ResponderEliminarкаква кучка е тази
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