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Mostrando entradas de 2019

El uniforme "casi" invisible.

Podríamos decir que no hay más ciego que el que no quiere ver pero, en este caso, no hay más ciego que el que ni tiene ojos, ni espíritu crítico, para observar la realidad que a uno le rodea. En este nuevo siglo, publicidad y los propios movimientos de ingeniería social quieren hacernos sentir diferentes y únicos. Verdaderamente, esto no es así en muchos casos, como en el ámbito emocional. El ser Humano experimenta las mismas sensaciones, las mismas frustraciones, deseos, ansias y ganas de vivir. El matiz de reacciones ya es otro abanico ante los estímulos que percibimos en el día a día. Pero hoy quería tocar esta sensación que nos quieren hacer experimentar acerca de la ropa que llevamos. ¿Cuántas veces hemos escuchado a personas que critican el uso de uniformes en lugares como la educación? Y sin embargo, este tiene un fin que, tras experimentarlo en mi propia piel durante nueve años, apoyo fielmente: Homogeneizar al alumno para provocar la ausencia total de diferencias sociale

¿Pueden los recuerdos traspasar el pecho como un puñal?

La profesora de lengua y sus preguntitas de comentario de texto. Y yo, ahí, ¿qué digo? Pensaba poner directamente que yo que sé, y luego suspender el examen. ¿Qué podría sacar de aquí? Pues nada, me tocaba verborrear. ¿Pueden los recuerdos traspasar el pecho como un puñal? {Comentario crítico acerca de un fragmento del poeta Luis Cernuda, de un examen de Lengua de segundo de Bachillerato. Puntuación: 1,25 sobre 2} La memoria, capacidad del ser humano y otras especies del mundo animal, comienza a hacer acto de presencia desde los primeros años de vida del niño, acentuándose y perfeccionándose en su ejecución durante el crecimiento y desarrollo de las personas. Este ente abstracto en esencia pero de organización neuronal, nos ayuda a saber quiénes somos, de dónde venimos, y el porqué de nuestras acciones. En definitiva, marca y determina el camino de nuestras vidas y personalidad en función de las huellas que hayamos dejado atrás, las cuales miramos para saber qué dirección, qué ca

Europa, me estás decepcionando.

Estoy muy triste, Europa. Ya no me haces ilusión, oooohhh... Ya no me provocas ese fervor por visitar nuevas tierras, nuevas ciudades.  ¡Qué más dará! Basta ver una capital para haberlas visto ya todas. Llena de ciudadanos de todas partes del mundo, llena de restaurantes extranjeros, en fin, no sé... Conseguiste, Unión Europea, tu sucio objetivo: Sentirme en casa allá donde vaya por el continente. No siento nuevas esencias, no siento nada... ¡No te bastaba con que todos compartiéramos la luz de un mismo sol! No, no te bastaba... Decepcionada a su vez con la esencia del lugar (¿qué esencia?), también me corroe la población. ¡Ah, no! Y encima población enferma. Gente mala, egoísta, que no te escucha. Siempre quedarán algunos pocos merecedores de una amistad. Amistad.  Tan sólo hace feliz a un europeo un coche nuevo, un iPhone... Y no se da cuenta de que para realmente sanarse de sus depresiones y colapsos nerviosos, lo único que necesita es alguien, un sólo ser, que se preocupe por