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Los ojos no engañan

-Eran los mismos ojos-. Peričina parecía que no iba a volver pronto, pero eso era bastante imprevisible. Hoy es un día de esos que ha aparecido, ha venido a saludarnos. Estamos en una taberna, con algo de ambiente pub, las mesas son de madera, y ella, ya borracha, con el mentón pegado a la mesa. Hacía aspavientos y se movía patosamente, pero ya sabéis como es Peričina, y si no lo sabéis os lo vuelvo a explicar: Ataviada de ropajes serbios, de carácter temperamental, alegre, jovial, intenso, amante de la música, bailarina, bebedora, fumadora y con dotes sociales. Ah, sí, y algo agresiva. -Eran los mismos ojos. -¿Qué ojos? -preguntamos las otras tres. -Los mismos ojos… -entrecierra los suyos, y comienza a aspavear los brazos, teatralmente, por los efectos del alcohol- La tuve en el bar, enfrente… Yo la miraba… Podía reconocer esa mirada, yo la he visto en otras partes…  -¿Y qué hacías tú en el bar con Niña Grande?- pregunto. Sofí finge no estar especialmente interesada, pero

Libayasán

  “Puede quererte mucha gente, pero cuando esa persona no parece corresponderte en aprecio, puedes sentirte, en cierto modo, desdichado”. Sofí decidió quedarse un poco más, por lo que estuvo más tiempo en la azotea del blok , bebiendo más rayos lánguidos de sol. La brisa era agradable, y la hierba de aquellas extensiones se tornaban más y más dorados. Puedes ver, allí abajo, algún puesto de la calle, tapado con una gran sombrilla de playa. El hombre de los melones entrega una bolsa al comprador, y se despiden. Sofí sube al bordillo de la azotea, y comienza a caminar, ante la belleza del horizonte. Las tardes le relajan, y le dejan pensar.  ¿Qué sucedió con esa serpiente-dragón? Sofí recuerda ese extraño día. Estaba en Granada, ¿o algo parecido? Pues había costa…  El color era vibrante, las montañas andaluzas se mezclaban con ese aire semitropical, propio de la costa oriental andaluza. ¡Era una Granada con playa!  La Alhambra se alzaba, y la Alcazaba de Málaga también.  Pa

Warm Balkans

Es cierto que hace mucho que no sabéis de nosotras. Peričina llegó y nos tuvo ocupadas. Ha estado por aquí unos días, tal vez vuelva a aparecer, no lo sé. El caso es que Sofí sí, claro, ha seguido guerreando -aunque entretenida con su prima, se ha portado algo mejor-.   Hubo un proceso de “modernización” estos días. Sofí, Treceañera y yo hemos estado frecuentando el centro de la ciudad. “Me gusta quemarme, tener contacto con mi yo más íntimo”. Salíamos cogiendo el metro. Me hacía gracia ver a esta chica, a Sofi, agarrada a las asas del metro. La gente parecía mirarla. Tal vez por el traje. Curiosamente, a mí no, y eso que yo también iba vestida. Quizás por sus actitudes tan bruscas y abiertas, pareciese haber escapado de un verdadero ambiente campesino. Esto no es muy normal en ciudades como Sofía, o la Nueva Sofía, donde todos están de mal humor, las mujeres van muy arregladas, y los hombres rapados.  “El riesgo, sufrir. Tocada y hundida. Es la mejor manera de conocerme. Es un